Sentido de Pertenencia II
(Esto pasó, pero no lo añadí a la historia principal)
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La Ciudad era enorme, tenía a muchas personas ahí. Muchos edificios, casas, carreteras, pero afortunadamente también áreas verdes. Un enorme parque que limpiaba el aire de la ciudad, un parque que era coronado con un cerro al cual las personas frecuentaban para trotar, algunos para tomar fotografías, picnics, etc. En la. Cumbre del cerro así como en el camino subida y bajada, habían habilitadas mesas de picnics y bebederos. Era un buen lugar para descansar y tener una vista maravillosa de la ciudad.
Era la despedida del otoño, el sol salía poco antes de dar las seis de la madrugada, y era perfecto para el rubio. No transitaba tanta gente a esa hora, casi nadie, y a él no le gustaba que muchos lo vieran ahí al menos no haciendo un placer que muy pocos sabían que tenía el fuerte e imponente líder del escuadrón SWAT, pintar.
Con su croquera en su pequeño bolso deportivo, se sentó en el césped, contempló la maravillosa vista del lugar, respirar el aire fresco, los primeros rayos de luz coronando al cielo de la ciudad eran una vista increíble.
Había tomado esa "terapia" en su primer año en la academia de policía. Fue casi obligatorio, era eso o emitir una carta de renuncia por una riña que tuvo con dos compañeros más, un albino y un castaño.
El castaño tomó literatura, el rubio pintura en acuarela, y el albino tomó óleo.
Fingió que lo detestaba, que era estúpido. Pero cada clase descubría que tenía talento, que era relajante, que con cada pincelada sacaba esa ira que guardaba dentro como manchas de agua sucia donde limpiaba el pincel.
Era más práctica una croquera o un block de dibujo a un lienzo. Lo podía llevar con él a cualquier parte, y así mismo ocultarlo.
Una clase en que la maestra los llevó a pintar la ciudad desde lo alto, la brisa fresca, la paz del lugar, le encantó. Desde entonces, al menos una vez a la semana en vez de salir a trotar por la ciudad lo hacía al parque, subía el cerro y se ponía a pintar.
Agradecía profundamente al que se le ocurrió inventar las acuarelas de bolsillo y el pincel de agua portable.
Y ahí, en medio de la naturaleza y la paz que ofrecía el lugar se dedicaba a pintar.
A veces, tenía compañía. No era el único quien tenía ese pequeño "placer secreto", sólo qué a su compañía no le interesaba que se supiera.
- Killer -
- Neo -
Un saludo bastante breve antes de que el albino pusiera su trípode de madera y el lienzo que cargaba en la mochila dispuesto a pintar.
- Te habías perdido de este lugar, Zenshiro - murmuró el rubio mientras disolvía en agua un poco de la pastilla de acuarela para llegar a un tono violeta más suave.
- Los dos sabemos que el tiempo no es algo que nos sobre ahora, pero, Eri insistió en que quiere que sigamos haciendo nuestras vidas con calma... Y no se le puede decir que no a esa mujercita - respondía con calma el albino mientras hacia unos trazos con grafito en el blanco lienzo que acababa de poner en el trípode.
- Je, te tienen dominado Zenshiro. Mandilón - bufó el rubio ofreciendo un frasco de vidrio con agua para que hunedeciera el pincel de cabello natural.
- Al menos yo lo disfruto, no sé porque sigues con eso de fingir que no te llevas con Nikki - respondió el pálido. El rubio sabía que era tonto seguir negandolo, además, siquiera se molestó en ocultar lo que estaba pintando, precisamente las anchas de colores comenzaban a tomar forma de una mujer.
- Quisiera... Pero, no lo sé -
La confesión del rubio tomó por sorpresa al albino. Nunca esperó que él lo admitiera, menos frente a él. Se tenían respeto mutuo después de superar la rivalidad de ambos por quien era el mejor en la academia, y ahora era una extraña amistad.
- Depende de que quieras saber - respondió el albino.
El rubio meditó un poco antes de responder, más bien, preguntar.
- ¿Cuando supiste que lo que sentías por Eri era real? -
- ¿Real? -
- Eres hombre Zenshiro, ya sabes. Algo más que una calentura... - bufó con el ceño fruncido el rubio.
- Oye, no es como si yo me fuera de putas como otro que conozco... - respondió algo molesto el albino.
- Tampoco eras virgen antes de ella cabrón ¿O sí?. En fin, eso no importa... Vamos Neo ¿Cuándo entendiste que ella era...? Ya sabes, la correcta - la voz del rubio era ligeramente más suave, el albino entendía que hablaba con honestidad.
El blanco dejó el pincel en el agua y se sentó junto al rubio en el césped.
- Supe que era la indicada, cuando comencé a pensar si en realidad yo era el indicado para ella - admitió el albino.
El rubio vió de reojo el lienzo de su colega, sabía que esas manchas rojas eran las hebras de cabello de la joven que había cambiado del cielo a la tierra al albino de ojos ébano. Luego volteó a ver el propio, definitivamente era Nikki quien había tomado terreno incluso en sus pinturas.
- ¿Y después qué? Después se abrazan ¿Y felices por siempre? -
- Después te esfuerzas para que cada momento sea el mejor momento. No todo es feliz, pero... Es extraño, ahora no recuerdo cómo era la vida antes de ella. Quizás a ti te pasa a veces - respondió el albino tomando su celular que comenzaba a sonar.
Contestó el teléfono mientras el rubio meditaba las palabras de su colega.- Bueno Killer, el deber llama... Ya terminaré la pintura otro día, al fin de cuentas, tengo a la musa en casa. Nos vemos en el trabajo -
- Nos vemos, Neo -
El rubio vió como su colega se perdía en el camino mientras él meditaba lo poco que habían platicado.
Miró su croquera de dibujo, prestó atención a lo que estaba pintando. Era esa fuerte y empoderada mujer que se había apoderado de su mente, desnuda, pero no por morbo... Por perfección. No había ninguna prenda que le hiciera ver aún más bella de lo que era al natural, esos ojos furiosos y apasionados, ese cabello oscuro que le parecía tan particular. Era como su sello personal.
Le gustaba así, fuerte, decidida.
Siquiera necesitaba que modelara para él, ya conocía de memoria cada detalle de ella.
La terminó de pintar así, desnuda, vestida sólo con esa mirada victoriosa y fuerte. Su sola presencia decía: "Aquí soy ama y señora".
Quedó satisfecho con lo que había pintado, sentía que había mejorado mucho con las acuarelas y siquiera había hecho un boceto. Era la primera vez que se animaba a pintar una persona, una mujer. Y precisamente aquella mujer...
Guardó su croquera, el reloj había avanzado y debía volver a su día a día.
Y pensar un buen escondite para aquella pintura, pues sabía que si la curiosa morena que ahora había invadido su departamento veía esa pintura, posiblemente se sentiría aún más poderosa sobre él, o se burlaría un montón... O peor: se burlaría mientras lo trata como a un plebeyo siendo la reina.
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Hataraku Saibou (Historias breves)
FanfictionFanfics breves en un solo lugar (AE3803 x U1146 mayormente). Cómo serán historias cortas, las iré poniendo en este lugar ❤️