Nea

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- ¿Segura que puedes con ellos, Nea? -

- Claro que sí, ustedes vayan tranquilos. Yo cuidaré a los niños - respondía sonriente una hermosa mujer rubia de brillantes ojos grises con su hijo más pequeño en brazos.
La dulce, y adorada esposa de Nash Zenshiro.

- No es que desconfíe de tí, Nea. Pero deberías guardar reposo, y además estos pequeños todos juntos son dinamita - insistía Yumiko mirando de reojo a Rokuro y Neo corriendo por la sala jugando salvajemente.

- Oye, estoy enferma pero aún no me muero. Déjame disfrutar a mis sobrinos - la voz de Nea era poderosa, causaba confianza. Además de su presencia casi angelical le daba paz a cualquiera.
Yumiko, la madre de Nick debía disimular la tristeza que le daba saber que la joven y encantadora esposa de su hermano Nash tenía leucemia. Pero se mostraba fuerte, sonriente, llena de energía igual que siempre.

Los tres Zenshiro mayores debían viajar a las tierras niponas a atender una tradición familiar que requería sí o sí la presencia de los tres.

La esposa de Nijiû por motivos de trabajo no podía cuidar a los niños por lo que llevaban un par de días al cuidado de Nijiû y Yumiko cuando se presentó está situación. Cómo el asunto también requería de la presencia de Nash, la alternativa para cuidar a los niños era Nea.

- Vamos cuñada, confía en mí. Estos niños se comportan bien conmigo, son unos angelitos - decía Nea tratando de convencer a Yumiko cuando se oyó desde la cocina un estruendo horrible seguido de las risas de Neo y Rokuro.

- Lucifer solía ser un ángel - respondió Yumiko con una gota de sudor en a nuca mirando de reojo a los niños que ahora corrían con cacerolas en la cabeza.

Yumiko aceptó con la condición de que Nick ayudase a cuidar a los niños. Antes de que la marine de ojos azules se subiera al taxi, abrazó a su adorado hijo y le dió su instrucción.

- Nick, mi hijo. Eres el mayor entre tus primos y por ello tienes el deber de cuidarlos, además tu tía Nea está algo enfermita y debemos tratar de que descanse ¿Sí? De no ser una situación urgente, créeme que no le daría a nadie la carga de lidiar con estos terremotos con patas, pero no tenemos opción. Por favor hijo, sé que eres joven, pero ayuda lo más que puedas a tu tía a cuidar a tus primos... Volveremos en un par de días -

- Descuida mamá, ya tengo 11 años. Si quiero ser el líder de familia debo lidiar con estos monstruos primero ¡Estarás orgullosa! Ya verás que cuando vuelvas tía Nea estará muy bien - respondía orgulloso el niño en su inocencia. Yumiko abrazó a su hijo y subió al taxi junto con sus hermanos.

- Nea, volveremos cuanto antes... ¿Estás segura que no quieres que consiga una asistente? - insistía Nash preocupado de la enorme responsabilidad que le dejaban a su esposa.

- ¡Anda! Confía en mí. Ya verás que con los niños estaremos bien ¿Verdad niños? - Volteó la rubia a los pequeños detrás de ella.

- ¡Yei~♪! - respondieron a coro los cuatro menores.

- No se hagan los ángeles conmigo, que no les compro nada de lo que venden - exclamó Nash a los pequeños que al voltear la rubia le sacaron la lengua al varón. - Nea, volveremos cuanto antes. Te llamaré  en la noche, te amo -

- Yo más ~♪ -

Y así, Nea y los niños vieron en taxi alejarse.

Ash y Hachiro apenas si tenían cuatro años. Una edad complicada porque ya ansiaban conocer el mundo que los rodea, y a cada segundo hacían una infinidad de preguntas curiosas seguidas de un ¿Por qué? Ante cualquier respuesta.
Por otra parte, estaban Neo y Rokuro que ya a sus siete años eran más independientes pero con muchas energías que estando los primos juntos eran potenciadas las travesuras.
Y Nick, el mayor. A los once años era todo un "caballerito" bien educado y disciplinado.

Hataraku Saibou (Historias breves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora