1117 haz lo tuyo

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Caminaba a paso lento.
Nunca antes había sentido que las paredes se cerraban conforme avanzaba.

Sentía el frío de su arma penetrar la piel de su mano,
Por una razón inexplicable, podía saborear ya un extraño sabor a cobre en la boca y eso que aún no llevaba a cabo la orden; una orden simple y directa: «Encuentra a Ae3803, elimina esa célula y retoma tus demás labores»

- Como digas -

Se acomodó la gorra y comenzó a caminar. Tenía una idea de dónde podría encontrarla.

Macabro o no, no sería la primera, ni el el primero en tener que acatar una orden como esa.
Desde el rumor de la anemia, muchos crímenes se han estado comentiendo siendo justificados como "un bien mayor".

Quizás no era lo ideal que fuera un trabajo designado a él, pero eso daba igual.

Todos tenemos un trabajo que cumplir.

La vió a distancia.
Caminó donde ella,
El sabor metálico en su boca se podía sentir más intenso. Comenzó a salivar, el frío de su mano paso un leve hormigueo, esa necesidad de hacer de una vez el movimiento certero para cortar de un solo tajo el cuello de la víctima.

Era algo simple.
Por la espalda, rodearla con el brazo, cortar su cuello, fagocitar.

Tan cerca que casi podía saborear ya.

Alzó la mano, la rodeó... No, está vez quería saborear a la presa viva primero.
Después de todo, igual aún siendo un bien soldado, tenía un lado rebelde queriendo salir.

Un grito ahogado... Mudo, sin retorno.

Un cuello sonrosado marcado.

Un soldado limpiando la sangre de su rostro, informando que su trabajo ya estaba hecho.

Terminar la ronda del trabajo, no era muy diferente a la vida como tal. Tareas asignadas, cumplir una maldita rutina que te carcome la vida...

Entrar al bloque de descanso, dejarse caer de bruces en el catre esperando que las horas de sueño por arte de magia o puedas del creador se sientan por al menos una única vez más largas que las demás.

- No quiero volver al turno -

Sentir la suavidad del colchón barato, quitarse los bototos haciendo fricción un pie con el otro. Sentir la caricia suave y llena de cariño de esa pelirroja que tanto adoraba sobre su mejilla helada. 

- Perdón si me ví aterrador -

- Descuida, debía verse real -

Su voz cargada de perdón. Sus ojos llenos de luz.

- Lamento si mordí muy fuerte tu cuello, no quería lastimarte, pero habían otros cerca. Debía asustarlos para que no se atreviera nadie a revisarte -

- Hey, descuida. Todo lo hiciste por mí, está bien... Estamos bien -

- Estaremos bien -

- Estaremos bien -

Sentir su respiración tan suave, su brazo menudito rodeándolo recordándole que el mundo no es tan malo, mientras ella sea parte de su mundo.

Hataraku Saibou (Historias breves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora