Hataraku Saibou (Historias breves)

Sensei

El albino estaba completamente deshecho, su querida eritrocito fue una de las tantas víctimas de un ataque masivo de neumococos.

El pobre soldado blanco recordaba una y otra vez como su querida eritrocito se puso como escudo frente a él salvandole la vida, perdiendo la propia.

"No llores Hakkekkyuu-san... Ahora me tocó a mí salvarte... -

Sostuvo el cuerpo sin vida de la chica un par de horas, no quería que se la arrebataran. Fue una escena increíblemente dolorosa cuando 4989 y 2626 lo sostuvieron mientras con dolor la Macrófaga se llevó el cuerpo de la chica a ser desintegrado al bazo dejando a 1146 llorando y gritando desconsolado que por favor no se llevasen el cuerpo de Sekkekkyuu.

- ¡Sólo está dormida! ¡Por favor no se la lleven! ¡Fue mi culpa! ¡Fue mi culpa! - gritaba el pobre albino intentando soltarse del agarre de 2626 y 4989 quienes también lloraban con dolor al ver como su hermano bramaba por el cuerpo de la que en vida fue su querida Sekkekkyu.

Lo único que no le pudieron quitar al albino fue la gorra de la difunta AE3803. Se aferró a la prenda con furia, nadie tenía el corazón como para despojarlo de aquella prenda símbolo de la pelirroja fallecida.

Alrededor, todas las células lloraban con el dolor del pobre neutrófilo deshecho.

Nadie hablaría de ello después...
Nadie haría un mal chiste de eso...

Esa semana fue jodidamente larga y triste. Él siguió cumpliendo su trabajo, se lamentaba a cada instante saber que no vería por los pasillos a esa alegre chica pidiendo indicaciones, esa sonrisa dulce, esa risita tierna, incluso ese rizo rebelde que parecía tener vida propia.

Sus colegas de escuadrón también lamentaban a partida tan temprana y trágica de la chica. La vida de la neutrófilos era más corta que la de los eritrocitos, y su crecimiento más rápido, pero la partida de una Eritrocito tan joven siempre era triste, más aún de la adorable AE3803.

El neutrófilo caminaba lentamente a la médula ósea, casi arrastrando los pies de mala gana. La misma Macrófaga que le había quitado a su Sekkekkyuu lo había mandado a llamar.

"Mejor me llamaban al bazo y acabábamos con esto de una vez..."

Al llegar al lugar y ver a los Eritoblastos y Mielocitos jugando en los prados lamentó una vez más no tener a su querida Sekkekkyu junto a él.

"A ella le gustaría estar aquí..."

- Joven Neutrófilo al fin llegó ~♪ por favor acompañarme al salón, debo enseñarte algo - dijo alegremente la Macrófaga de la larga trenza castaña.

El albino hizo un "tsk" indiferente pero siguió a la Macrófaga. Él no era así, el siempre era educado, solo estaba muy triste.

- Pequeña ven aquí ~♪ - llamó la Macrófaga al entrar a una sala de clases y detrás de ella el neutrófilo. El albino calló de rodillas cuando vió a una pequeña niña de cabellos rojos y un curioso rizo correr hacia la mujer y abrazarse a su vestido.

- Aquí estoy maestra - dijo alegre la niña, miró curiosa al varón que estaba de rodillas en el suelo. La niña no entendía porque ese extraño señor la miraba de esa manera, por que estaba llorando, y que hacía ahí.

- Macrófaga-sensei... El señor ¿Está triste? - preguntó en un susurro la niña.

- Quiero que saludes al señor U1146 ~♪ el será tu tutor especial ¿mmmm? Así que se educada y linda como siempre teh hee~♪ -

- ¡Si! - respondió alegre la niña acercándose al neutrófilo y haciendo una pequeña reverencia. - Mucho gusto Señor, mi nombre es...-

- AE3803 - respondió el albino abrazando a la pequeña niña que no entendía porque el señor la abrazaba tan fuerte, ni menos como sabía su nombre. Asustada se escondió detrás de la Macrófaga quien reía por la tierna escena.