Conejita

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* Inspirado en SPII
*Ash x Unice

Este capítulo lo tenía escrito hace meses y para ser sincera lo había olvidado. Lo publicaré porque siento que no merecía ser borrado.

También les recuerdo que cambie de cuenta de Instagram activa, y los mensajes de Wattpad me llegan pero la app no me notifica, lamento si me escribieron y no les respondí a tiempo :c
Siempre están mis demás redes sociales en caso de preguntas y/o temas que quieran platicar o consultar conmigo.
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Le encantaba sentir la suave piel pálida de su amada "Conejita" sobre él. Ella estaba profundamente dormida, con un brazo rodeando el pecho masculino, desnuda, una pierna sobre la suya, cubierta hasta media espalda con el cubrecama. Afortunadamente no hacía frío, había olvidado reparar el termostato de la habitación así que lo mejor era tenerlo apagado. Estaba algo fresca la madrugada, pero no tanto como para sentir frío, para él era genial, odiaría tener que cubrirle los hombros a su amante dormida.

Podía sentir la suave piel del pecho femenino contra su propio pecho, tan suave, tan delicado, además de su respiración tan calmada. Sencillamente adoraba esas diminutas pecas coronando sus pálidos hombros, parecían constelaciones para él, o azúcar morena espolvoreando un pastelito. A veces se sentía tentado a tomar un bolígrafo y jugar a "unir los puntos".

"Quizás hay un mensaje secreto ahí para mí, no me explico porque me tiene hipnotizado".

Sí, estaba desnuda.
Sí, estaba dormida sobre él.
Y él se lo había pedido.
Y no, no todo se trata de sexo.

Ella estudiaba mucho durante la mañana, la academia no era algo fácil. Y a pesar de que Ash en más de una ocasión le señaló que él no tenía ningún problema en hacerse cargo de ella y sus gastos para que pudiera sólo dedicarse a estudiar, ella no accedió, seguía trabajando a medio tiempo.

Adoraba y adora esa independencia en ella, pero sabía que llegaba cansada a casa, aún así, se hacía el ánimo y el tiempo para compartir con él y Ashley aún sin tener ninguna obligación de hacerlo.

Es tan joven, apenas terminó la escuela se vino a la ciudad a seguir sus sueños. Sola, valiente, soñadora...

Sí, es adulta.
Pero tiene diecinueve años aún,  es tan dulce e hiperactiva que pareciera una niña a veces. Ese espíritu libre, esa aura mágica, esa luz angelical que la rodea a ella y todo lo que hace.

¿Y que tiene que ver con qué duerma desnuda?

Todo, al menos para él.

Después de leerle unas páginas de un un libros a Ashley antes de dormir, ella al fin se iba a descansar. Viernes al fin, esa satisfacción de apagar la alarma despertador. Hubiese querido tener energía suficiente para corresponder a su "Gatito" aquellos pícaros besos y darle la bienvenida al fin de semana entregándose a sus pasiones, pero el cansancio era mayor, él entendía, ella merecía descansar, merecía ser tratada como "la musa" que era.

Con ternura la desvistió mientras le susurraba que sólo quería mimarla. Tomó una loción corporal, una de las tantas cremas humectantes que ella tenía en su mesita de noche. Había una que en lo personal a él le agradaba mucho más que las demás, una con un olor a vainilla. Se untó una cantidad generosa en la palma de la mano, la entibió y comenzó a masajear sus hombros.

- Te dije que doy buenos masajes -

- Gatito, si sigues así me voy a dormir -  murmuró la joven recostandose boca abajo, apoyando la barbilla en su almohada mientras el varón continuaba masajeando con delicadeza sus hombros, espalda, piernas, incluso los pies, a pesar de que ella ya estaba dormida.

Se fijó en los talones y planta de los pies algo maltratados.

- El primer año en la academia no perdona a nadie - susurró Ash recordando el duro entrenamiento físico del primer año en la academia de policías.

Ya llevaban tiempo viviendo juntos, eran pareja, verla desnuda no era novedad. Dentro de su ser, se sentía dichoso de conocer cada punto delicado de su amada gatita; cada peca, cada lunar, esas endiduras sobre la clavícula, que sabía que al besarlas le causaban cosquillas. O ese lunar en medio de la espalda que era cubierto por la tira del brasier que él tenía la ficha de conocer. Sentía algo "terapéutico" verla dormir desnuda, recordaba aquellas pinturas de las clases de arte en la escuela, esas mismas clases en las que se dedicaba a perder el tiempo cuchicheando con sus compañeros de escuela y ahora sentía lástima por no haber aprendido a dibujar como su hermano y no poder plasmar a esa hermosa musa que dormía en su cama.

- Buenas noches, Conejita - susurró mientras se acostaba junto a ella, la arropó con cariño y besó su rostro. Ella estaba profundamente dormida, cansada. Ella no tenía idea de que ese hombre la amaba de un modo indescriptible, adoraba cada detalle de su existencia. Ella no tenía idea que mientras dormía, aquel varón con cuidado desenredaba su cabello con suavidad para no despertarla, ni menos que desde que falleció su padre se había olvidado de rezar, pero lo volvió a hacer solo para pedirle a Dios por el bienestar de ella y su hija.

Ella no tenía idea que mientras dormía profundamente, él amarraba con delicadeza un hilo a su dedo para sacar la medida a lo que sería un aro. Una argolla, un anillo perfecto como ella.

Hataraku Saibou (Historias breves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora