11. Desayuno de Campeones

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Había estado en lo cierto al creer que no volvería a pegar un ojo, había pasado toda la noche mirando al techo y sonriendo, como una chiquilla. Había estado tan distraída que no pude evitar sorprenderme cuando me percate de que la luz solar, ya llenaba toda la habitación. Sin embargo, permanecí acostada hasta que escuché a Damon, abajo en la sala.

Antes de bajar, me dirigí al baño, cepillé mis dientes y mi cabello, y me lavé el rostro. No pude evitar sonreír cuando me encontré con mi reflejo en el espejo. Estaba algo... radiante.

Me desperecé y me encaminé hacia donde fuera que se encontraba Damon. Lo encontré en el bar, sirviéndose una copa de whiskey. Cuando entré en la estancia, se volvió para verme y me dedicó una pequeña sonrisa.

- Buenos días. – saludé, intentando contener la idiota sonrisa que amenazaba con brotar de mis labios.

- Buenos días. – contestó. - ¿Te sientes bien? – preguntó con el ceño fruncido mientras se acercaba. - ¿Qué haces despierta tan temprano?

- ¿Qué hora es? – inquirí, extrañada.

- Las cinco y media. – dijo, mientras miraba el reloj en su muñeca.

- ¿En serio? – le pregunté, sin poder ocultar la sorpresa. Había estado despierta tanto tiempo, que pensé que era muchísimo más tarde. – Supongo que... el sueño desapareció. – entonces hice una mueca.

- Que extraño... - observó, entrecerrando los ojos.

- ¿Desayuno de campeones? – inquirí, mientras observaba como terminaba de un solo sorbo su copa.

- Ayer no fue un día sencillo. – se encogió de hombros.

- Tienes razón.- admití. – Pero... sobrevivimos. Eso tiene que ser algo bueno. – entonces me dirigí al bar y tomé un vaso de cristal vacío, me acerqué a Damon y se lo tendí. - ¿Compartimos una bebida? – Damon sonrió y sin pensarlo dos veces, llenó el vaso con el amarillento líquido. – Gracias. – sonreí, y entonces de un golpazo, acabe con el alcohol.

- Wow. – dijo Damon, mientras volvía a llenar el vaso. – Luces... feliz o radiante... algo así. – se encogió de hombros.

- ¿En serio? – le pregunté, mientras tomaba un sorbo del nuevo trago, más despacio. – En realidad no... me siento, normal. – entonces fui yo la que me encogí de hombros.

- Mmm... - murmuró Damon, mientras me miraba con los ojos entrecerrados, y justo cuando nuestros ojos se habían encontrado los unos en los otros, el teléfono de Damon sonó. Este observó el número, me dedicó una pequeña mueca y atendió: - Estás interrumpiendo mi bebida.

- ¿No es un poco temprano? - sonó la voz de Katherine a través del aparato y no pude evitar que una sonrisa aflorara en mis labios. - ¿Me has extrañado?

- ¿Dónde estás? – le pregunté, mientras le arrebataba el teléfono a Damon, y lo colocaba en altavoz. Damon me dedicó una mirada asesina, mientras colocaba el teléfono sobre la mesa, impidiendo que él lo tomara.

- Acechando a Damon, suspirando por él. – comenzó a manera de burla pero Damon la cortó en seco.

- ¿Qué quieres?

- Extraño mi hogar, mi hermana. ¿Qué me perdí?

- Bueno, - Damon se encogió de hombros, mientras se servía otro trago y se sentaba en el mueble, a mi lado. – Stefan sigue siendo el pequeño prisionero de Klaus, Elena y tu hermana siguen pensando que pueden salvarlo, - entonces lo fulminé con la mirada. ¿Cómo podía ser tan vacilante? – y nadie ha pensado en ti desde que te fuiste. – volví a fulminarlo con la mirada. – A propósito, deberías reprender a tu hermanita. Ayer partió en una misión suicida junto a tu doppelganger hacia las montañas... llenas de hombres lobos. Klaus la atrapó. Yo la salvé. De nada.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora