22. Derrotada

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Todos parecían estar en shock, y nadie movía ni un músculo, exceptuándome, porque acababa de abalanzarme sobre Tyler. Tomé su cabeza entre mis manos e intenté despertarlo. Mientras lo hacía, era consciente de lo estúpida que era por intentarlo, pero aceptar que Klaus acababa de matar a Tyler, para convertirlo en un vampiro... no podía ser tan fácil de digerir. O al menos, no deseaba llegar al punto en el que, el que mataran a un amigo... se volviera cotidiano o común. No iba aceptar eso. No podía.

- Él lo mato. – dijo Matt, en un susurro débil, al tiempo que yo me levantaba, aún un poco mareada.

Entonces me tomé un momento para mirar los rostros de todos y cada uno de los que estaban a mi alrededor. Elena seguía temblando desquiciadamente, al tiempo que me miraba y miraba a Bonnie, como si esperara que de pronto ambas apareciéramos con un súper plan y los salváramos a todos. Bonnie miraba a Klaus, iracunda y parecía a punto de llorar... pero a pesar de todo, su rostro permanecía quieto, recio, imperturbable.

Klaus sonreía con sorna, y Rebekah, simplemente jugaba con un mechón de su rubia cabellera, sin mostrar ni un poco de interés por la presente situación. Chad y Dana, simplemente permanecían sentados al fondo del gimnasio, tal cual como les había ordenado; observando con rostros aterrorizados, pero sin decir nada y sin moverse demasiado.

Pero el peor... era Matt. Mirarlo a la cara, era simplemente... devastador. Dolía... y era un dolor real. Sus ojos, fijos en el cuerpo inerte de Tyler, estaban anegados en lágrimas; su boca era una línea recta, que de vez en cuando se doblegaba para dar paso a un puchero, que él, intentaba por todos los medios reprimir. Sus puños, estaban cerrados y pegados a su cuerpo, incluso podía oír el crujir de sus nudillos, cada vez que apretaba un poco más. Pero al mismo tiempo, la inocencia en su rostro, en su aura, lo hacía parecer un pequeño niño, en medio de un problema de adultos. Sin saber qué hacer, sin saber que decir, sin saber cómo reaccionar...

- No está muerto, Matt. – dijo Elena, dándose cuenta de lo devastado que estaba su amigo, al tiempo que, intentando fallidamente mantener la compostura, frotaba el brazo de Matt a manera de consuelo. – La sangre de Klaus lo convertirá en un vampiro. – explicó y como pudo, se las arregló para brindarle una no tan cálida sonrisa a su amigo.

Matt negó con la cabeza y retrocedió.

- ¿Cómo está eso mejor, Elena? – entonces Elena contrajo el rostro, en un mueca de dolor, sin saber que decir y simplemente se limitó a asentir con pesar y a retroceder.

- Y si Bonnie tiene éxito... - intervino Klaus y yo me volví para fulminarlo con la mirada. – sobrevivirá a la transición. – entonces sonrió y miró a Bonnie. – Así que, ve. – la alentó. – Ve y trae tus grimorios, tus encantamientos y lo que sea. Yo me quedaré con Elena, por si acaso. – entonces se adelantó y tomó a Elena del brazo. Hice ademán de detenerlo, pero ya era demasiado tarde. Lo miré echa una furia y él sonrió. – No te pongas celosa, cariño. Tú tampoco saldrás de este gimnasio.

Por enésima vez, lo fulminé con la mirada y tras intercambiar una mirada con Elena; ésta le hizo una señal a Bonnie, para que abandonara el gimnasio. La morena me miró, dudosa y me limité a señalar a Matt, indicándole que lo llevara con ella. Entonces Bonnie asintió, y tras tomar a Matt, que aún parecían estar en shock, del brazo... lo empujó hasta la salida, hasta que ambos estuvieron del otro lado, y las puertas se cerraron a sus espaldas. Dejándonos a Elena y a mí a solas con Klaus y su maniática hermana, por no contar al par de chicos en las gradas.

Justo entonces, la rubia se acercó a Elena, mirándola detenidamente, y no pude evitar tensarme, al ver que Klaus y Rebekah estaban tan cerca de ella y yo... bueno, no tanto.

- Así que ésta es la última doppelganger. – comentó la rubia y después se acerco a mí y me miró de la misma manera. – La calidad ha ido decayendo con los años. – dijo, mirando a Elena y después mirándome a mí con cierto asco en el rostro. – La Original era mucho más bonita.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora