5. ¿Celos?

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A la mañana siguiente desperté cuando unos sonidos extraños venían de la habitación de Damon. Un poco enfurruñada me dirigí a su habitación y toqué, un par de segundos después Damon abrió la puerta. Ya estaba vestido.

- Buenos días. – saludó con una sonrisa fugaz. – ¿Qué quieres?

- Buenos días. – le contesté a secas. - ¿Qué son esos sonidos? ¿Qué estás haciendo?

- Estoy con una chica. – dijo con una sonrisa torcida. Lo miré con una ceja alzada. Coloqué una mano en su pecho, lo aparté y entré a la habitación.

En el suelo, desde el armario a la chimenea, había varias cajas de cartón y papeles por todos lados.

- ¿Qué es este desastre? – le pregunté, volviéndome hacia él, que acababa de cerrar la puerta a sus espaldas.

- Limpiando un poco. – dijo e hizo una mueca.

Entonces me percaté de que era todo el material que había obtenido rastreando a Stefan.

- ¿Esto significa que te estás rindiendo? – le pregunté con el ceño fruncido.

- Stefan fue muy explicito anoche cuando habló conmigo. – me dijo abriendo los ojos como platos.

- ¿Qué paso anoche? ¿Qué dijo? – le pregunté, mientras me sentaba sobre su cama y una sonrisa se dibujaba en mi rostro, sin que pudiera controlarlo.

- No dijo mucho. Solo que le estábamos causando problemas, que no quería ser salvado y que lo dejáramos ir. – explicó, mientras me daba la espalda y volvía a rebuscar entre las cajas y lanzaba algunas cosas al fuego. – Muy redundante.

- Entiendo. – asentí. – Tampoco dijo demasiado cuando lo vi.

- ¿Lo viste? ¿Cuándo? – dijo Damon con los ojos como platos, mientras se levantaba y con paso apresurado se sentaba también en la cama, pero a cierta distancia.

- Después de que me fui... - comencé dudosa, pues lo último que quería era comenzar otra discusión por los eventos que habían ocurrido aquella noche, hace dos meses. – comencé a rastrearlos. Viaje a través de toda la Costa siguiendo pistas que me llevaran hacia su paradero. – Damon me miraba con atención. – Una noche de luna llena, los encontré en un bar en Tennessee, estaban buscando a un hombre... Ray Sutton. - entonces lo miré a los ojos, y a pesar de que no hablábamos en lo absoluto de algo agradable, sentí que me faltaba el aire y rápidamente desvié la mirada y me concentré en el fuego que ardía. – ¿Por qué lo están buscando? No tengo idea. – entonces hice una pausa, en la que Damon me miró con perspicacia. - ¿Qué? ¿Qué sabes tú?

- Lo que acabas de decirme... despeja todas mis dudas.

- ¿Sobre qué?

- Han estado rastreando hombres lobo, por toda la Costa. – explicó, y entonces se acercó más a mí. – La casa que incendié ayer... dos chicas, muertas; cabezas en el suelo. Firma de Stefan. – resumió. – Eran hombres lobo.

- ¿Hombres lobo? – inquirí con el ceño fruncido. - ¿Por qué? – entonces me coloqué de pie y comencé a caminar por toda la habitación.

- Ni idea. – entonces él también se puso de pie. – Pero... no tenemos que preocuparnos más, dado que Stefan está perfectamente bien. – dijo sarcásticamente.

- ¿En serio vas a dejarlo? – le pregunté, sacudiendo la cabeza con horror.

- ¿Qué quieres que haga? – entonces se acercó a mí. – Obligó a Andie a saltar desde lo alto, porque me negué a dejarlo ir y ahora ella está muerta ¿Qué se supone que haga?

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora