74. Cazador cazado

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- ¡CORRAN!

Klaus había obligado a los vampiros a matar a Matt, como forma de motivar a Jeremy para que los matara él primero y completara la marca. Y tan pronto como el primer vampiro intentó atacar al chico rubio, los había empujado hacia el exterior, no sin antes dirigirle una mirada decepcionada a Niklaus.

Sabía que quería la cura. Sabía que temía que alguien pudiera usarla en su contra. Pero ya le había dicho una vez que no estaba dispuesta a poner a Jeremy en peligro por ella, y tampoco estaba dispuesta a poner en peligro a Matt. Sólo eran unos pobres chicos.

Así que ahora corríamos a través de los bosques, huyendo de los vampiros que completaban la transición y querían alimentarse. Eran novatos, lo único positivo era que aún no sabían como rastrear, cómo aprovechar todo su poder. Y debía usar eso a nuestro favor.

- ¡No... puedo! - soltó Matt, deteniéndose y sujetándose el pecho, respirando entrecortadamente. - Necesito un segundo.

- ¡No tenemos un segundo! - gritó Jeremy, que al igual que yo, podía sentir que estábamos siendo aproximados por al menos un par de vampiros.

Matt estaba a punto de retomar la huida cuando desapareció como un borrón delante de mis ojos. Cayó al suelo con un vampiro pegado al cuello y gritó cuando los dientes del depredador desgarraron sus arterias.

- ¡MATT! - chillé y a velocidad vampírica tomé a la chica de los cabellos y la alejé de Matt. Se debatió entre mis brazos cómo alma poseída, mientras Matt sujetaba la herida sangrante en su cuello y se arrastraba en el suelo, lejos del vampiro. - ¡JEREMY, AHORA! - grité cuándo volví a la chica hacia él para que pudiera clavarle una estaca en el corazón.

Cuando lo hizo, la chica se tornó gris y se convirtió en peso muerto entre mis brazos. La solté, dejando que cayera desplomada al suelo. Enseguida me arrodillé junto a Matt, y tras morder mi muñeca hasta hacerla sangrar lo obligué a beber mi sangre. Él la aceptó con gusto y cuando la herida en su cuello se cerró, lo tomé del cuello de la camisa y lo puse en pie.

- Necesitamos llegar a la casa. - pensé rápidamente, mientras enfocaba mi audición en detectar cualquier cosa. - No pueden entrar ahí.

Jeremy, con la ballesta entre sus manos asintió. Y estábamos a punto de retomar nuestra huida cuando un vampiro apareció. Jeremy se volvió, listo para dispararle una flecha de madera al corazón, cuando descubrimos que era Damon.

- ¡No te detengas a pensar! - reprendió cuando en realidad debía agradecer que no yacía muerto en aquel momento. - ¡Si piensas, estás muerto!

- ¡Tú eres el que va a estar muerto cuando salgamos de esto! - escupí, resguardado a Matt con mi cuerpo. - ¡Porque voy a matarte!

- ¡Que fueran detrás de Matt no estaba en el acuerdo! - terció, dándole un empujón a Jeremy para que avanzara y reanudáramos la marcha.

- ¡Es de Klaus de quién estás hablando! - espeté, increíblemente enojada. - ¡¿Te cansas de hablar mierda de él y repentinamente su palabra lo es todo para ti?! - bufé incrédula.

Damon chasqueó la lengua en señal de frustración. Sabía que no podía decir nada contra aquello.

- ¡No es el mejor momento, Alexa! - gritó en respuesta cuando nos rodeó un grupo de cinco vampiros.

- Matt, quiero que corras como si tú vida dependiera de ello, porque lo hace. - insté, sujetándolo del cuello de la camisa e indicándole el camino a la casa. - Corre y nosotros los detendremos. - Matt me miró con los profundos ojos azules muy abiertos y eran como mirar al mar. Asintió. - Y no te detengas hasta que estés dentro de la casa. - con un único asentimiento, Matt echó a correr.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora