New Orleans; siempre alegre, ruidosa y colorida. Siempre una fiesta. Una ciudad de gran diversión... y peligro si no sabías como manejarte en ella. Podías sentir la magia fluir entre sus angostas calles repletas de turistas que eran atraídos como insectos a la luz por los misterios y enigmas de la ciudad.
Por supuesto, la ciudad estaba repleta de estafadores y personas que sólo buscaban ganar dineros del bolsillo de los crédulos turistas, que venían a la ciudad intentando escapar de sus aburridas vidas. Pero, si sabías donde buscar... encontrabas el asunto real. Brujas, vampiros y cualquier otra criatura sobrenatural tenían historia en New Orleans. Stefan, Damon y yo no éramos la excepción.
- La ciudad es la misma. – aludió Stefan mientras caminábamos detrás de un desfile en donde las personas bailaban, bebían y cantaban alegremente. – Sólo más brillante.
- Mucho más brillante. – opiné mientras entrelazaba mi brazo con el de Stefan y caminábamos juntos. Damon, caminando a mi otro lado, me miró de reojo.
- ¿Has estado en la ciudad? – inquirió con genuina curiosidad. Yo asentí quedamente.
- ¿Cuándo? – intervino Stefan que ahora también sentía curiosidad.
- 1864. – solté con un suspiro. - ¿Recuerdas? Aquí fue donde conocí a Lexi. – esbocé una pequeña sonrisa nostálgica y Stefan sonrió. – Y un par de años antes de eso. – agregué a mi pesar. – Pero no es exactamente algo de lo que me guste hablar. – hice un mohín y Stefan se apartó de mí para mirarme a la cara.
- ¿Por qué? – inquirió frunciendo el ceño sin comprender.
- Bueno... en 1862 mi humanidad estaba apagada. – confesé y Damon alzó las cejas en una clara muestra de interés por el tema. – Me tomó alrededor de dos años volverla a encender. De hecho cuando nos mudamos a Mystic Falls... seguía luchando un poco con ello. – entonces apreté la mano de Stefan efusivamente. – Y mi amistad contigo y más tarde Lexi, me ayudó a mantenerme en el lado correcto. – Stefan me devolvió la sonrisa.
- ¿Qué te hizo apagar tu humanidad? – preguntó Damon aparentemente no satisfecho con la información provista.
- ¿Honestamente? – inquirí mirándolo y él asintió. – Estaba aburrida. – me encogí de hombros. – Habíamos estado huyendo de Klaus por tantos años y yo solo quería que todo me dejara de importar por un tiempo. Incluso mi supervivencia.
- ¿Y? – insistió Damon.
- ¿Qué? – me reí y entorné los ojos. - ¿Qué más quieres saber?
- ¿Cuál es tu historia con la ciudad?
- Una intensa. – reconocí, aunque no estaba orgullosa de ello en absoluto. - Me quedé un par de semanas y... fue la fiesta más larga en la que haya estado. – fruncí el ceño mientras las imágenes de aquellos años aparecían como flashes ante mis ojos. – Hubo probablemente demasiado alcohol y drogas, mucho sexo y definitivamente el asesinato de demasiados inocentes por ninguna causa. – me lamenté y mi voz descendió un par de octavas al final de la oración... era vergüenza. – No me enorgullezco de ello. De hecho yo... me sentí tan mal cuando todas las emociones volvieron que juré nunca más volver a apagar mi humanidad. – Damon me dirigió una veloz mirada acusadora. - ¡No dije que lo hubiera cumplido! – me defendí alzando los brazos en el aire. – Y eso fue diferente. – finalicé, refiriéndome a cuando le había pedido a Nik que me obligara a apagar mi humanidad... parcialmente.
- Supongo que debe ser divertido no tener humanidad en New Orleans. – observó Damon, mientras miraba pensativo los alrededores. – Tendré que intentarlo alguna vez. – entonces una sonrisa radiante apareció en su rostro casi tan rápido como desapareció. - ¿Qué hay de ti, Stef? – inquirió ahora, dirigiéndose a su hermano. - ¿Habías estado en la ciudad desde el 42?
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Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic Falls
RandomDos meses después de que Alexandra dejó Mystic Falls en busca de su mejor amigo, regresa para descubrir que las cosas no siguen exactamente igual a como estaban cuando abandonó el pueblo... Nuevos enemigos y viejos aliados, nuevas relaciones y batal...