67. Veneno

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- ¡Maldita sea!

Klaus había llegado a Italia y no le había hecho gracia escuchar las noticias que tenía para darle. No había pegado un ojo en toda la noche. Había revisado toda la casa unas cinco veces para asegurarme de que el cazador no se encontraba alrededor, pero incluso sabiendo que no lo estaba, no había logrado relajarme lo suficiente para dormir. Había pasado toda la noche despierta, intentando comunicarme con Klaus, cuyo teléfono había estado en modo avión durante el viaje y había terminado decidiendo llamar a Stefan en medio de la madrugada, quien desde entonces había permanecido conmigo en la mansión, ayudándome a limpiar el desastre de sangre que había dejado el cazador atrás, mientras salía el sol porque necesitaba enfocarme en algo o me volvería loca.

- Va a aparecer. – aseguré. – Se llevó la cabeza de Nate. Tiene veneno de hombre lobo. – apunté y Klaus profirió otra maldición, mientras Stefan me miraba y asentía, coincidiendo conmigo. – Claramente planea matar más vampiros.

- Eso podría ser un problema en vista de que estoy casi al otro lado del mundo desenterrando a un maldito cazador, y por tanto la cura al veneno de hombre lobo también lo está. – farfulló Nik, estaba realmente furioso y ahora que decía aquello... un poco asustado.

- ¿Qué vamos a hacer? – inquirí genuinamente afligida.

- Tienen que encontrarlo, atraparlo y mantenerlo con vida. – respondió Klaus y sonaba frustrado. – No nos sirve de nada muerto.

- Damon lo está buscando desde hace días... - objetó Stefan. – Si llega a cruzarse con él, no lo pensará dos veces antes de matarlo.

- Supongo que tendrás que mantener a Damon bajo control. – terció Niklaus.

- Sería mucho más fácil si simplemente pudiera decirle la verdad.

- ¿Confías en Damon con lo de la cura? – inquirió el híbrido y sonó genuinamente incrédulo. – Yo imagino que él prefiere a Elena como está ahora. – ahora se estaba burlando y no pude evitar entornar los ojos.

- Buen intento Klaus, pero confío en Damon mucho más de lo que confío en ti. – replicó Stefan con una sonrisa incrédula en sus labios.

- Y yo no confío en nadie, por lo que mi hermana yace neutralizada en una caja. – gruñó. – Mientras más personas sepan de la cura, más personas intentarán obtenerla. – continuó, como si le cansara terriblemente tener que explicar aquello una vez más. – Naciones han ido a guerra por mucho menos. Marca mis palabras. Dile a algún otra alma y lanzaré la espada del cazador en el Mediterráneo y terminaremos con esta aventura de una vez por todas ¿me entiendes?

- Muy bien, deténganse. – me quejé. – Lo resolveremos entre los dos. – le dediqué a Stefan una mirada significativa y él asintió. – Te mantendré al tanto.

- Por favor, ten cuidado. – soltó Klaus justo antes de que colgara y sonó como una plegaria. – Sólo... por favor. – repitió.

- No te preocupes. Te amo. – finalmente colgué, con un nudo en la garganta tras haber percibido el miedo en la voz de Klaus. Stefan lo notó y me miró disimuladamente, pero yo lo había notado. - ¿Cómo vamos a encontrarlo? – inquirí levantando la cabeza para mirarlo a la cara, mientras depositaba mi teléfono en el bolsillo de mi chaqueta.

- No lo sé. – Stefan negó con la cabeza y tomó asiento en el sofá.

- Sugeriría que buscáramos en el tráiler... pero dudo que sea tan estúpido como para volver allá.

- Coincido contigo. – Stefan hundió su cabeza entre sus manos y se alborotó los cabellos, como si hubiese algo sobre su cabeza que no le permitiera ver las cosas con claridad. – Pensemos con calma ¿sí? – sugirió. – Si su intención es seguir matando vampiros, va a tener que encontrar algunos. – razonó. – Va a tener que venir a nosotros. Quizás sólo tenemos que esperar.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora