17. Las Brujas Tienen Respuesta a Todo

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No había pasado mucho tiempo desde que Damon y Alaric se habían ido, cuando el timbre sonó.

- Esa debe ser Caroline. – dijo Elena, cuando se dispuso a atender el llamado.

Gracias a Dios, había conseguido controlarme y todo parecía haber vuelto a la normalidad. Respiraba calmadamente y mis colmillos se encontraban tan normales como podían. Me levanté y desde lejos observé a Elena, pues desde aquel arranque de furia, temía acercármele demasiado. Cuando ésta abrió la puerta, efectivamente, era Caroline; quien traía en sus manos un gran tazón. Caroline traía puesto un vestido blanco, con detalles en fucsia a juego con un cinturón, una chaqueta y unas zapatillas del mismo color.

- Vengo cargada de regalos. – sonrió.

- Por favor, dime que no es chile. – gimió Elena, con una sonrisa.

Pero entonces miré con atención a la puerta, mientras Caroline entraba, pues algo no cuadraba. Podía oír tres corazones humanos latiendo en diferentes frecuencias. El de Jeremy, el de Elena... ¿y?

- ¡Bonnie! – soltó un gritito Elena, cuando la morena, vestida con pantalones y una camisilla blanca con un chaleco; apareció frente a la puerta.

- ¡He vuelto! – chilló la diminuta morena, mientras entraba y abría sus brazos todo lo que podía. Automáticamente se fundieron en un abrazo. Cuando se separaron, Bonnie miró a Caroline, quien acababa de cerrar la puerta, y a Elena por instantes. – Me voy del pueblo por un verano y todo se va al demonio para ustedes dos. – dijo con cierta pena, y Elena y Caroline suspiraron.

- Hola, pequeña bruja. – la saludé, cuando entraron a la cocina.

- ¡Hola, nueva Gilbert! – rió y no pude evitar sorprenderme cuando Bonnie me abrazó. Correspondí a su abrazo, pero sentí algo extraño... sus brazos alrededor de mi cuello me habían producido un anormal cosquilleo. Bonnie al mismo tiempo se alejó y me miró con los ojos abiertos como platos, un tanto asustada y sorprendida. - ¿Estás bien? – inquirió en un susurro, para que Elena no pudiera escuchar, y Caroline quien inmediatamente nos observó, lo hizo con extremo disimulo, pero no el suficiente como para que a mí me pasara desapercibido.

- Sí, estoy perfectamente bien. – le contesté, sintiendo un agradable mareo.

- No. – dijo Bonnie en un susurro. – Estás mintiendo... puedo sentirlo.

- No, no puedes sentirlo. Te estás metiendo en mi mente – deduje. - y necesitas detenerte... ahora. – dije, y aunque no había sido mi intención... sonó como una amenaza. Entonces me concentré en bloquearle la entrada a mi mente a Bonnie.

Segundos después la bruja soltó una exclamación ahogada y se alejó un poco de mí.

- Odio, oscuridad; hay algo que te está molestando... muchísimo. – me miró preocupada.

Ahora sabía a qué se debía toda esta pequeña detección de bruja. Estaba al límite, mis emociones estaban aumentadas. Mi rabia y mi furia, estaban a flor de piel... y por supuesto Bonnie, siendo parte de la entidad sobrenatural más perceptiva de todas, lo había sentido al tocarme. Ella podía sentir, que en aquel momento... yo era un peligro. Quizás había sido capaz de sentir lo que yo.

- Déjame ayudarte. – dijo con ojos vidriosos, cuando quizás fue capaz de sentir mi dolor.

- ¿Bonnie? – la llamó Elena que acababa de volverse hacia nosotras, mientras Bonnie parecía haberse petrificado frente a mí, y sus ojos vacíos miraban al interior de los míos. - ¡Bonnie! – chilló Elena de nuevo, al ver que su amiga no se movía.

- ¿Qué? – se volvió entonces la morena, con voz calma y serena, tras dar un respingo.

- ¿Qué están haci...? – pero entonces Elena se vio interrumpida por Jeremy, que acababa de entrar en la estancia.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora