Ella estaba ahí. No estaba loca, ni lo había imaginado. Lexi estaba ahí, justo frente a mí con una amplia sonrisa en el rostro. Lo sabía porque ahora mis brazos se encontraban cerrados a su alrededor, apretándola con fuerzas contra mi cuerpo... mientras mi rostro se inundaba en lágrimas.
Aquello no tenía sentido pero... era capaz de abrazarla, y mientras pudiera hacerlo... lo haría. Cuando pierdes a alguien querido, lo que más duele es ser consciente de que nunca más serás capaz de verlos o abrazarlos. De hecho, cuando pierdes a alguien importante... todo lo que deseas es tener tan solo un momento más con esa persona. Quizás para decir algo, o solo para verlos o abrazarlos... pero es todo lo que deseas. Aunque sea solo por un minuto...
La mayoría de las personas no obtenían esa oportunidad, pero en aquel momento... yo la estaba teniendo. Me sentía tan feliz, que comencé a reír como desquiciada. Lexi también rió, mientras sus ojos se anegaban en lágrimas.
- ¡Oh, Dios! – chillé. - ¡Estás aquí! ¡Lexi, estás aquí! – entonces, por muy imposible que pareciera, la apreté aún más. - ¡No puedo creer que estés aquí! – continué chillando, porque por mucho que intentaba controlar el tono de mi voz... no lo conseguía.
Estaba exactamente como la recordaba. Excepto por el cabello, que antes llevaba ondulado y ahora lo traía liso... era la Lexi que recordaba... mi Lexi. Y sin que pudiera evitarlo, mi mente viajo a velocidad de la luz hacia el recuerdo de la última vez que había visto a Lexi.
Era una calurosa tarde de verano de 1864 en Mystic Falls. Lexi, Stefan y yo habíamos planeado encontrarnos en el pequeño estanque que naturalmente se había formado entre los pequeños bosques de la zona, para poder hablar mientras disfrutábamos del sol. Lexi ahora podía hacerlo gracias al anillo que Emily había hecho para ella.
Cuando llegué, Lexi y Stefan ya se encontraban ahí... irónicamente estaban hablando de lo mucho que me estaba tardando.
- ¡Estoy aquí! – grité, para hacerme oír contra la deliciosa brisa que agitaba mis largos cabellos.
- Comenzaba a preocuparme, señorita Petrova. – dijo Stefan adoptando un tono elegante y clásico. – Creí que quizás había ido algo mal con su hermana.
- No hay nada de qué preocuparse, señor Salvatore. – le contesté en el mismo tono. Amábamos hacer eso cuando no había nadie a nuestro alrededor, nadie que pudiera juzgarnos o tacharnos de indecentes. Amábamos burlarnos del ridículo tono que utilizaba la sociedad para expresar cualquier tipo de emoción... incluso cuando lloraban, sonaban de aquella monótona manera. – Katherine está con Pearl. Y si quieres preguntarme por ella... no necesitas disimular. – lo juzgué, a pesar de que odiaba hacerlo.
- Lo tendré en cuenta. – sonrió tímidamente, mientras se sonrojaba.
- Disculpa que pregunte otra vez, pero necesito hacerlo... ¿Qué le ves a Katherine? – inquirió Lexi, quien amaba dejar en claro que no soportaba a mi hermana. Y no la culpaba. Katherine había actuado tremendamente mal con Alexia, y yo no era quien para juzgarla, cuando yo misma en ocasiones... llegaba a odiarla.
- Lexi... - se quejó Stefan y entornó los ojos.
- ¡No! – exclamó la aludida, mientras tomábamos asiento en el pasto frente al estanque. – De verdad, explícamelo. No consigo comprenderlo. – entonces solté una risita, mientras me recostaba en el pasto y Lexi discutía con Stefan. - ... hay tantas señoritas en el pueblo... ¿Y tenías que elegir a Katherine? ¿En serio, Stefan? Dame una buena razón. – le pidió Lexi, mientras Stefan la miraba con incredulidad.
- Puedo darte miles. – sonrió Stefan con ternura, e instantáneamente supe que estaba imaginando a Katherine mentalmente. Estaba tan obsesionado con ella, que algunas veces dudaba de la palabra de Katherine. Ella había dicho que no lo estaba obligando, que Stefan estaba con ella porque realmente la amaba. Pero su idolatría hacia ella me hacía pensar lo contrario. – Katherine es hermosa, la mujer más hermosa que haya visto. Es como un ángel.
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Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic Falls
RastgeleDos meses después de que Alexandra dejó Mystic Falls en busca de su mejor amigo, regresa para descubrir que las cosas no siguen exactamente igual a como estaban cuando abandonó el pueblo... Nuevos enemigos y viejos aliados, nuevas relaciones y batal...