Había corrido hacia sus brazos y lo había estrechado con fuerza, tan pronto como mis ojos se habían posado en él. Y tras un saludo e intercambio de miradas incómodo cuando nos hubimos separado, volvimos a la casa de Stefan y Damon, todos menos Caroline, que iba a celebrar con su madre.
Vaughn había disparado a Damon otro par de veces desde que lo habíamos visto por última vez y Ric estaba tendiéndole un vaso de sangre cuando entré a la habitación con Klaus pisándome los talones. Damon lució sorprendido y Alaric se limitó a mirar a Nik con cara de pocos amigos.
- ¿No vas a intentar matarme otra vez o sí? - le espetó Nik a Alaric, ligeramente divertido. Casi había olvidado que la última vez que se habían visto, había sido cuando Ric aparentemente había matado a Klaus y luego había muerto él. Parecía que habían pasado siglos desde aquello.
- Por suerte para ti, no. - respondió Ric cruzándose de brazos, obviamente no encontrando gracia en la broma.
- Aquí. - Klaus le arrebató el vaso a Damon, mordió su propia palma con fuerza y sangró dentro del vaso, fusionando la sangre. - Alguien muy especial abogó por tu causa. - entonces palmeó el hombro de Damon y dijo: - Sé que no siempre nos vimos ojo a ojo, Damon. - soltó y sonaba como el inicio de una disculpa. - Espero que esto sirva para dejar eso atrás.
Damon lo miró, con la boca entreabierta, incrédulo... sin poder creer lo que estaba pasando y honestamente, yo lo miraba de la misma manera.
- Gracias. - se limitó a soltar Damon y le dedicó un asentimiento seco antes de beberse de un trago el contenido del vaso. Klaus le devolvió el asentimiento y se volvió para mirarme, expectante.
- ¿Estás bien? - le pregunté a Damon, sólo para confirmar.
- Como nuevo. - asintió y me sonrió. Era su forma de agradecerme también.
Volví mi mirada hacia Klaus y con un movimiento de la cabeza le indiqué que me siguiera. Él lo hizo en silencio, con los brazos cruzados detrás de la espalda. Lo llevé a mi habitación porque sabía que era el único lugar en dónde tendríamos un poco de privacidad. O al menos tanta como podíamos tener dentro de una casa llena de vampiros con súper audición.
- Gracias. - agradecí con una sonrisa aliviada, cuando él cerró la puerta a su espalda y me miró.
- Cuando lo necesites. - se encogió de hombros restándole importancia y miró alrededor, nervioso.
- ¿Cómo llegaste tan rápido? - inquirí, con curiosidad.
- Compré un helicóptero. - soltó como si nada y yo bufé, incrédula. - ¿Qué? - inquirió divertido.
- Por supuesto que compraste un helicóptero. - reí y nuestras miradas se encontraron por un momento. - ¿Cómo va... todo? - inquirí, sin querer entrar en detalles específicos. Él hizo un mohín y pensó antes de responder.
- Está... yendo. - soltó resignado y suspiró. - Es un proceso lento.
- Claro... - casi murmuré y me balanceé entre los talones y las puntas de los pies, sin saber qué decir.
- ¿Tú cómo... has estado? - inquirió él alzando las cejas, como si aquella fuera una pregunta ingeniosa y justo se le hubiera ocurrido para llenar el incómodo silencio.
- Genial. - respondí con una sonrisa forzada. - Todo ha estado genial.
- Ah. - soltó, sonando casi decepcionado. - Me alegro. - al menos pude reconocer que esa última parte había sido genuina.
Lo miré directamente a los ojos y suspiré. No, ¿qué demonios estaba haciendo?
- Esto es ridículo. - resoplé, llevándome una mano a la frente y frotándome la con frustración. - Y no es como quiero que sea nuestra relación ahora. - hice una mueca y él me miró, atento. - La verdad es... que no he estado tan bien. - confesé y lo miré a los ojos de nuevo. - He estado cayendo por una espiral. Casi maté a un par de chicas y... apenas y he salido. Ha sido difícil. - admití y su labio inferior tembló ligeramente. - Pero hoy... hoy sí que ha sido un buen día. Hoy he sido feliz. - entonces esbocé una sonrisa torcida y él dió un paso hacia mí.
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Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic Falls
De TodoDos meses después de que Alexandra dejó Mystic Falls en busca de su mejor amigo, regresa para descubrir que las cosas no siguen exactamente igual a como estaban cuando abandonó el pueblo... Nuevos enemigos y viejos aliados, nuevas relaciones y batal...