Una exclamación ahogada brotó de los grises labios de Nik, cuando la estaca perforó la piel y atravesó su pecho. El sonido que había producido la estaca me acecharía hasta el final de mis días.
Trastabillé, presa del pánico. Un zumbido sordo, como un ruido blanco fuerte retumbó en mi cabeza. Me desconecté. Y lo que pasó a continuación, pasó como si realmente yo no fuera parte de aquella situación, como si no fuese más que la espectadora de algún programa de televisión, observando desde la seguridad de mi sillón. Como si el cuerpo gris y medio muerto del hombre que amaba no se hubiese incendiado en llamas frente a mis ojos. Como si su carne no estuviese siendo consumida en aquel momento por las implacables llamas. Como si los alaridos de dolor y pavor que intentaban llegar a mis oídos en aquel momento no fueran los de Rebekah, sino los de una completa desconocida.
Podía escuchar los gritos de Rebekah, pero no podía verla. Era como si algún hechizo me impidiera mover la mirada de las ardientes llamas que adornaban cruelmente el ataúd plateado. Sólo recuperé a medias el control de mi cuerpo cuando Alaric cortó mi ensimismamiento al cerrar el ataúd, dejando a Klaus arder dentro de éste y se volvió hacia Rebekah, con la estaca de nuevo en su mano.
- Siguiente. – espetó, arrastrando las palabras, deleitándose con aquello.
No había notado las lágrimas que corrían por mis mejillas, hasta que fui capaz de volver mi cabeza hacia Rebekah, y reparé en las lágrimas que surcaban su rostro, mientras se debatía como desquiciada entre los brazos de Damon, intentando alcanzar el ataúd en donde reposaba su hermano.
- ¡Rebekah corre! ¡CORRE! – gritaba Damon, mientras le cortaba el paso y la empujaba en la dirección contraria a donde se encontraba Alaric.
Rebekah continuó luchando con Damon por un par de segundos, hasta que su mirada se encontró con la mía. El dolor que había inscrito en aquellos ojos azules... hicieron que un pequeño temblor se iniciara en mi cuerpo, y lo que inició como un ligero temblor se convirtió en un latigazo salvaje... que me trajo de vuelta a la realidad. Nunca antes había visto a Rebekah tan devastada, ni siquiera cuando su madre había muerto y eso era decir bastante. Pero además del dolor por la pérdida de su hermano, había algo más que gritaba la mirada de la Original. Era pesar... era lamento. Pero no el lamento que surge cuando ya has perdido a alguien... sino el lamento que experimentas cuando sabes que sin importar que hagas, verás morir a alguien que te importa. Y entonces lo comprendí.
La muerte de Klaus... firmaba mi sentencia de muerte también.
Rebekah. Podía recordar a la perfección la primera vez que la había visto, acercándose a mí de manera altanera en los pasillos de la secundaria Mystic Falls, cuando me confundió con Elena y terminé clavándole una estaca improvisada con un trapeador en el corazón. Casi quise sonreír ante el recuerdo. Rebekah con quien me había odiado, y luego aprendido a apreciar. Rebekah que se había convertido en una amiga... en una hermana... en familia. Rebekah que en aquel momento tenía sus ojos clavados en los míos, con el desespero y el dolor de la pérdida inscritos. Tanto por el dolor que compartíamos por la muerte de Niklaus como por el dolor de saberme acabada.
También comprendí en aquel momento porque Damon estaba tan interesado en salvar a Rebekah. Él también estaba tanto bien como muerto. Por lo tanto, él y yo podíamos retrasar a Alaric y comprarle un poco de tiempo a Rebekah para que huyera... no había necesidad de que ella también muriera. Luché, para que reinara el raciocinio y le dediqué a Rebekah un asentimiento y una cálida sonrisa.
- Gracias. – dije, aunque apenas logré vocalizar las palabras. Rebekah contrajo el rostro y negó con la cabeza enérgicamente. – ¡Ve! – grité entonces con voz ronca. - ¡AHORA! – entonces me abalancé sobre Alaric, sin pensarlo demasiado, cuando toda la fuerza y el impulso que me habían abandonado, volvieron de repente.
ESTÁS LEYENDO
Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic Falls
RandomDos meses después de que Alexandra dejó Mystic Falls en busca de su mejor amigo, regresa para descubrir que las cosas no siguen exactamente igual a como estaban cuando abandonó el pueblo... Nuevos enemigos y viejos aliados, nuevas relaciones y batal...