Un mes y medio aproximadamente había transcurrido desde la última vez que había pisado la mansión Mikaelson. Por razones obvias, no había vuelto a vivir con Damon y Stefan, así que ahora vivía sola, en un apartamento... en el mismo edificio en donde vivía Alaric. Dos pisos más arriba para ser específicos. Había obligado al conserje a dejarme vivir en un apartamento desocupado... en algún punto, cuando tuviera dinero, se lo pagaría. Un mes y medio de despecho y miseria en el cual sólo había abandonado mi "hogar" para alimentarme de inocentes y bórrales la memoria... y para robar alcohol. Nada más.
Me había jurado a mí misma tras lo que había ocurrido con Kol que más nunca bebería; pero ahora que no tenía a nadie, literalmente hablando... el alcohol era mi único compañero, y era consciente de cuan cliché sonaba eso. Pero lo único que había ingerido en todo ese tiempo habían sido esas dos cosas... sangre y alcohol. Mi vida sonaba como una mala canción de rock, y quizás lo era. Una mala, muy, muy mala canción de rock.
Había decidido mudarme a ese edificio al día siguiente de que Elijah me hubiera dejado en el hotel. Ya había estado ahí antes y me gustaban las escaleras y los balcones, así que dije ¿Por qué no? Y había intentado conseguir un trabajo, salir y tener una vida normal pero... el día que lo intenté; me encontré cara a cara con Klaus, cuando pasaba caminando frente a una pequeña zapatería. Ambos nos miramos a los ojos con profunda tristeza y casi inmediatamente con cabezas gachas nos alejamos el uno del otro. Ese día había llegado a casa y había llorado hasta dormirme. Ese día decidí que no saldría más de esas cuatro paredes a menos que fuese estrictamente necesario; pues no quería encontrarme más nunca con Klaus.
De hecho... sí quería. Pero quería abrazarlo y besarlo, y no sentirme de la manera que ahora me sentía cuando miraba sus ojos verdes azulados. Porque dolía demasiado. Así que sólo salía de noche y para robar sangre y alcohol. La sangre era estrictamente necesaria para mantenerme con vitalidad, y el alcohol lo era porque... ayudaba con el dolor de alguna manera.
Había pasado todos esos días tirada en el sofá, o en el suelo, o en la cama; en cualquiera lugar, la verdad... bebiendo, llorando y escuchando y algunas veces cantando a todo pulmón canciones de Lana Del Rey, a veces Adele... una y otra vez. Si había estado sobria seis días, era demasiado... y los días que había pasado sobria, los había pasado viendo 500 Days of Summer y The Notebook, todo el día... literalmente. Había llegado a pasar una semana sin bañarme... hasta que comencé a apestar y me obligué a mí misma a bañarme a diario, por mucho que me costase.
Estaba segura de que me había vuelto loca, de que había perdido la cabeza pero... ¿cuestionar nuestro propio juicio no es el primer indicativo de que no estamos locos? Los locos nunca aceptan su locura, ¿o sí? ¿Acaso tenía sentido lo que pensaba?
Por eso me embriagaba. Para pasar la mayor parte del tiempo noqueada y dormida, para no tener que pensar en la vida y sus malditos misterios.
Un par de veces no había podido evitar imaginar cómo hubiera sido la vida si cuando Klaus y yo nos conocimos en 1492... él no hubiese sido más que un mortal. Quizás nos hubiéramos enamorado y hubiéramos sido felices. Podríamos haber cabalgado, podíamos haber nadado en aquel hermoso lago, podríamos haber tenido una boda. Linda y simple. Con Katherine y Elijah como padrinos, y nuestras familias reunidas. Podríamos haber tenido una familia. Hijos, nietos, bisnietos si la vida nos lo permitía. Podríamos haber sido felices, y luego tras una vida perfecta, podríamos haber muerto, juntos.
Sí. Preferiría vivir una vida perfecta llena de felicidad y amor, que cientos... llenas de nada.
Quería irme de Mystic Falls, para siempre. Dejarlo todo atrás y... sobrevivir. Londres, París, Roma, Lisboa, Río de Janeiro... no me importaba... pero necesitaba irme de Mystic Falls. Necesitaba irme de Norte América, si fuese posible. Pero simplemente no tenía las energías para hacerlo. Iba a irme, de eso estaba segura, de eso y de que mi cabello parecía un nido de ratas... simplemente estaba esperando en algún momento superar la depresión y encontrar la motivación para salir de aquel apartamento de una vez por todas.
ESTÁS LEYENDO
Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic Falls
CasualeDos meses después de que Alexandra dejó Mystic Falls en busca de su mejor amigo, regresa para descubrir que las cosas no siguen exactamente igual a como estaban cuando abandonó el pueblo... Nuevos enemigos y viejos aliados, nuevas relaciones y batal...