76. La Aventura Comienza

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La ducha había resultado refrescante y relajante. Había regulado mi respiración y el temblor en mis manos ocasionado por la ira. Pero había sido una total pérdida de tiempo intentar dormir. Habían transcurrido ya veinte minutos de estar tendida en la cama, con los ojos abiertos, contemplando la madera del techo y encontrando pequeñas caras en los patrones del material. Me resigné, suspiré con fuerza y me incorporé.

Fui directamente al bar a buscar una botella de scotch. Una vez conseguí lo que buscaba me encaminé hacia la celda, dónde Damon y Klaus debían estar. Mi energía estaba tan baja y mis pasos eran tan suaves que ninguno de los dos me escuchó venir y pude captar algo de la conversación que mantenían:

- ¿Cómo es que ella pasa por alto todas las cosas horribles que has hecho? - inquiría Klaus y sonaba un poco burlón. - ¿Es sencilla ignorancia o quizás algo más patológico?

Damon guardó silencio antes de decir:

- Algunas personas simplemente son más capaces de perdonar que otras.

- Vamos. - Klaus soltó una risa queda, suave. - Tiene que haber un secreto. - insistió y Damon suspiró. - No puede ser únicamente el vínculo. - sólo entonces comprendí que hablaban de Elena. - ¿Qué es? ¿Compulsión? ¿Manipulación? ¿Qué es lo que le dices?

Hubo un silencio ensordecedor y sonidos de movimiento. Sonaba como si Damon se arrastrara o intentara moverse.

- Creo que éste interrogatorio tiene algo que ver con cierta doppelganger de mal carácter. - entorné los ojos sin poder evitarlo. - Creo que asesinaste a Carol Lockwood y Alexandra ésta enojada por eso y no sabes si va a perdonarte.

- Tú has hecho cosas peores. - replicó Klaus, casi a la defensiva.

- Es debatible. - lo interrumpió Damon y se hizo otro silencio aunque aquella vez fue más corto. - Verás, no me importa ser el tipo malo. - podía visualizar a Damon encogiéndose de hombros. - Porque alguien tiene que cubrir ese rol y hacer que las cosas se hagan. - hubo una pausa. - Tú haces cosas malas sin motivo. Las haces por ser un imbécil.

- Es debatible. - replicó Niklaus, casi ofendido.

- Lo que digo es que... si vas a ser malo, sé malo por un motivo. - había sido un consejo honesto, desinteresado. - Sino, no mereces el perdón.

- ¿Qué sabes tú sobre lo que merezco y lo que no? - la voz de Nik había sido casi un gruñido.

- Nada. - admitió Damon y sonaba desinteresado. - Pero sé que Alexandra ya te ha perdonado muchas cosas malas sin motivos. - Damon hizo un sonido como si pensara. - Mataste a sus padres por venganza, le quitaste su humanidad a Stefan por diversión, casi mataste a Caroline por venganza, mataste a Carol Lockwood por venganza, casi haces que maten a Jeremy y a Matt por impaciente... - Damon hizo una pausa larga ésta vez. - y estoy seguro de que hay mucho más que no sé. - Klaus no replicó nada aquella vez, en cambio, guardó un silencio impecable. - Ella te ama, ¿lo sabes? - inquirió Damon y yo estaba perpleja, sin poder respirar siquiera en el medio del pasillo. - Quizás sea la única persona que genuinamente te ama. - consideró. - Pero ella es buena. Complicada, pero su alma es buena... ¿cuánto más crees que va a pasar antes de que hagas algo que sea demasiado para ella? ¿Antes de que cruces una línea de la que no podrás regresar?

No hubo respuesta. Sólo un silencio absoluto. Ni siquiera yo tenía una respuesta a aquello. Cuándo pasaron un par de minutos en dónde ninguno dijo nada, decidí que era prudente mostrarme. Así que respiré profundo y aferrando con fuerza la botella de bourbon di pasos fuertes hasta que estuve frente a la puerta de la celda.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora