Me volví entre las sábanas de seda, colocándome boca abajo; al tiempo que colocaba una almohada sobre mi cabeza, ocultándome de la luz. Mi cabeza era un desastre.
Acababa de tener la peor pesadilla de toda mi vida. Era el día de matar a Klaus y habíamos fallado, Klaus había matado a Mikael después de que me torturara y el sueño acabó cuando alguien me atacó. Esta situación de matar a Klaus comenzaba a afectarme. Sentía como si hubiera dormido por días, y lo único que quería hacer era seguir durmiendo. Debía ser bastante tarde y estaba extrañada de que Damon no hubiera venido a fastidiar mi sueño.
Decidida a seguir durmiendo, me quedé inmóvil en la misma posición y en absoluto silencio. Y entonces hubo algo que me hizo abrir los ojos, lentamente. Podía escuchar un rasgueó. Como el del lápiz sobre el papel... para más suave... más delicado. Con los ojos fijos en las rojas sábanas de mi cama, me pregunté de qué se trataba. Pero poco a poco, conforme mi mente se fue aclarando... me di cuenta de que... yo no tenía sábanas rojas.
Atolondrada de levanté de quien fuera que fuese aquella cama, y torpemente me incorporé... para descubrir que tampoco llevaba puestas mis ropas. Me di cuenta de que no había sido un sueño, cuando sentí todo mi cuerpo adolorido... alguien realmente me había secuestrado. En lugar del vestido que había utilizado en el baile, iba vestida con un camisón de seda azul oscuro... bastante similar a los que usaba en casa.
Lentamente observé a mí alrededor y me encontré en una habitación sencilla, de paredes beige con una cama en la que había estado durmiendo, un par de mesitas, una silla, un espejo, pinturas, pinceles, algunos lienzos en blanco, y otra silla... en la que un hombre se encontraba sentado frente a uno de los lienzos. Abrí la boca en sorpresa cuando creí reconocer de quien se trataba... y cuando habló... estuve absolutamente segura.
- Comenzaba a preocuparme. Te tomó bastante despertar. – dijo con su suave voz y con ese delicioso acento.
Era Klaus.
- ¿Qué... qué...? ¿Qué? – comencé a babosear, mientras negaba con la cabeza y retrocedía... deseando despertar de aquello que tenía que ser una pesadilla.
- ¿Te gusta? – inquirió, para después levantarse y volverse hacia mí. Era él, no cabía duda... y no se trataba de un sueño. Sin saber porque, miré el lienzo en el que había estado trabajando.
Era una chica, una chica hermosa. Con un antiguo vestido violeta que ondeaba con el viento. Su cabello castaño y largo cabello estaba recogido en una trenza. Piel apiñonada, un rostro perfecto, hermoso... y unos ojos marrones... fuertes y profundos. Podía tratarse de alguna princesa, de una heroína medieval, o sencillamente de una simple chica nacida en Bulgaria de nombre Alexandra. Porque la chica de la pintura... era yo...
- ¿Dónde estoy? – inquirí, mientras lo miraba con desconfianza y sujetaba mi cabeza con ambas manos... desesperada.
- Oh, ésta es sólo una casa que he alquilado para la noche. – contestó como si nada, mientras colocaba los pinceles que había estado utilizando junto a los demás. – Pero no te preocupes, - me sonrió, tras volverse hacia mí. – para mañana en la mañana nos habremos ido.
- ¿Qué? ¿De qué estás hablando? – inquirí, retrocediendo hasta pegarme con la pared. - ¿Dónde estoy?
- Ya te lo he dicho. – respondió, desentendido.
- No. – negué. – No, no, no. – Entonces me di cuenta de que estaba temblando. – Yo estaba... yo estaba... - comencé a tartamudear, por el miedo. – yo estaba buscando a Stefan y... y, y luego... alguien me atacó. – entonces lo miré, confundida. - ¿Fuiste tú?
- No. – negó con la cabeza, con total seriedad. – No directamente. – hizo un mohín.
- No juegues conmigo, Klaus. – le espeté, enfadada. - ¿Fuiste tú, o no? Porque alguien me inyectó verbena, perdí el conocimiento y ahora estoy aquí... y quiero saber porqué. – entonces me acerqué más, conforme me llenaba de coraje. - ¿Fuiste tú... o no? – repetí.
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Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic Falls
RandomDos meses después de que Alexandra dejó Mystic Falls en busca de su mejor amigo, regresa para descubrir que las cosas no siguen exactamente igual a como estaban cuando abandonó el pueblo... Nuevos enemigos y viejos aliados, nuevas relaciones y batal...