44. Cicatrices

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- ¡Nik! – le grité, cuando bajé del auto. Estábamos de vuelta en la mansión en construcción, en nuestra casa... después de que lo siguiera en mi propio auto por las calles de Mystic Falls. - ¡¿Puedes detenerte?! – volví a gritar, mientras intentaba alcanzarlo. Pero él seguía caminando de un lado a otro, a grandes zancadas. - ¡NIKLAUS! – gruñí por último y al notar cuan enfadada estaba, finalmente se detuvo.

- ¿Qué? – inquirió, mirándome a los ojos... molesto.

- ¿Quién era la persona en el teléfono? – inquirí, intentando controlar el timbre de mi voz. Klaus entornó los ojos.

- Ocúpate de tus propios asuntos, Alexandra. – me espetó de mala gana.

- ¡¿Disculpa?! – inquirí, indignada y Klaus me miró directo a los ojos... impenetrable. - ¿Qué significa eso?

- Significa que quiero que te mantengas a raya de esto. – respondió, sin inmutarse en lo más mínimo.

Lo miré con incredulidad y bufé, para después acercarme a él... hasta quedar cara a cara.

- Voy a averiguar quién estaba en el teléfono, te guste o no. – dicté. – Así que te estoy dando la oportunidad de que seas tú quien me lo diga antes de que me entere por alguien más. – solté y me di cuenta de que sonaba un poco amenazante.

Klaus me miró a los ojos, desafiante... con los labios fruncidos. No estaba feliz de que lo estuviera desafiando. Nos miramos durante lo que parecieron horas. Y cuando finalmente habló, lo hizo en un susurro... retándome.

- Buena suerte con eso. – espetó.

Entonces entrecerré los ojos y negué con la cabeza, incrédula.

- Bien. – asentí. – Desafío aceptado.

Y acto seguido, a velocidad vampírica y antes de que pudiera tan siquiera reaccionar a lo que estaba haciendo; me adelanté y tras meter mi mano dentro de su chaqueta, tomé su teléfono; para casi inmediatamente saltar a uno de los balcones de la casa.

Sorprendido, Nik miró a su alrededor mientras yo rápidamente buscaba en su teléfono la última llamada realizada. Cuando volví a alzar la cabeza, Nik estaba frente a mí... respirando entrecortadamente y fulminándome con la mirada.

- Dame el teléfono. – exigió, estirando la mano en mi dirección.

- No. – negué con la cabeza, ignorándolo.

- Alexandra. – reprendió. – Dame el teléfono. Ahora. –amenazó.

- ¿O qué? – reté, sin mirarlo a la cara porque estaba concentrada en encontrar lo que buscaba. - ¿Vas a lastimarme?

Entonces Nik bufó y se adelantó para abruptamente arrebatarme el teléfono. Ahogué una exclamación y lo miré indignada. Pero había sido demasiado tarde... porque había alcanzado a ver el número. Y era el de Jeremy Gilbert.

- ¿Has terminado? – inquirió molesto, mientras se volvía a guardar el teléfono en su bolsillo.

- ¿Qué le dijiste a Jeremy que hiciera? – inquirí molesta.

- ¿Qué? – inquirió, sorprendido de que hubiera logrado identificar el número tan rápido.

- ¿Qué le has hecho a Jeremy? – exigí saber. Entonces me miró, sin decir ni una sola palabra. – Ese es el número de Jeremy, y le dijiste que hiciera algo ¿Qué fue? – pero seguía mirándome, escudriñándome... sin que ni una palabra abandonara sus labios. - ¡Nik, contéstame! – grité.

- No tengo nada que decirte. – le restó importancia.

- Dime. – exigí. – Dime o te juro que haré que me lo digas.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora