Fui arrastrada a velocidad vampírica hasta que estuve en el estacionamiento del hospital, desde donde se podía vislumbrar el humo proveniente del depósito que acababa de volar en pedazos. Giré sobre mis propios talones, buscando a mí alrededor a Niklaus... pero no pude encontrarlo. Él me había arrastrado hacia la seguridad del estacionamiento, pero yo no era lo único que había sacado de aquel depósito.
En medio del aire que se convirtió en fuego, alcancé a ver como sacaba también al cazador del depósito, halado por un brazo... mientras a mí me lanzó como si nada sobre su hombro. También había visto a Damon salir... pero estaba bastante segura de que Damon no había notado que Klaus se había llevado a Connor.
¿Qué demonios pasaba? ¿Por qué me había puesto a salvo pero había desaparecido junto con el cazador? ¿Qué eran los Cinco? Tenía un millón de preguntas y ninguna forma de responderlas. Estaba atolondrada por el estallido que habían ocasionado las bombas y me sentía particularmente hambrienta, imaginaba que por haber estado tan cerca del fuego. Volví a girar sobre mis talones, esta vez con una idea completamente diferente en mente. Encontré lo que buscaba sin mucho esfuerzo. Una chica, alta, rubia, ataviada en un uniforme de enfermera, bajaba en aquel momento de un viejo auto azul oscuro. Se veía fuerte y saludable... y olía bien.
Deliberadamente caminé hacia ella, interceptándola y obligándola a detenerse. Me miró como si no pudiera creer lo grosera que era y yo me limité a permanecer inexpresiva. No había nadie más en el estacionamiento y debía aprovechar la oportunidad, no tenía tiempo para juegos.
- No grites. – dije, en un tono de voz sedoso que acompañaba perfectamente a la compulsión. – Esto no va a doler.
Sólo por educación, esperé a que asintiera. Acto seguido tomé su brazo izquierdo y atraje su muñeca a mi boca. Con mucho cuidado, clavé mis colmillos sobre una vena generosa. Me encargué de que fuese una herida pulcra, limpia. No era divertido alimentarse de aquella manera... pero a veces alimentarse era divertido, y a veces simplemente era necesario. Esta era una de esas veces. Succioné y sentí como mi visión y audición se agudizaban mientras mis pensamientos se aclaraban, al tiempo que la sangre cubría mi boca y se deslizaba como seda por mi garganta.
Una vez sentí que había tenido suficiente, aparte la muñeca de mis labios y retrocedí un poco, inhalando el aire a bocanadas. Amaba aquella sensación de euforia que me producía la sangre fresca. Esta vez llevé mi propia muñeca a mis manos y mordí con fuerza, para que la sangre fluyera. Delicadamente coloqué mi muñeca en sus labios y la obligué a beber, hasta que los dos pequeños agujeros que había realizado en su muñeca habían desaparecido; lo cual no requirió demasiado.
- Como nueva. – anuncié, tras haber limpiado los rastros de sangre de las comisuras de su boca y de su muñeca. – Gracias. Ahora olvida que esto pasó y sigue con tu vida.
Una vez más la chica asintió y pasando de mí, siguió caminando hasta que se internó en el hospital. Sonreí satisfecha y volví a concentrarme en mis problemas. Instintivamente introduje mi mano en el bolsillo de mi pantalón y saqué de éste mi teléfono. Tenía que hablar con Niklaus y saber qué demonios estaba pasando.
Pero antes de que pudiera hacerlo, el teléfono vibró en mi mano. Era Stefan.
- ¡Alexa, gracias a Dios! – suspiró y sonó realmente agradecido de que hubiera atendido su llamada. - ¿Dónde está Klaus? – preguntó atropelladamente.
- Eso es lo que me gustaría saber. – suspiré resignada. - ¿Por qué? ¿Qué pasa?
- Elena ha sido infectada con veneno de hombre lobo. – simplificó y no pude evitar notar que había dicho infectada y no mordida. Maldito cazador.
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Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic Falls
De TodoDos meses después de que Alexandra dejó Mystic Falls en busca de su mejor amigo, regresa para descubrir que las cosas no siguen exactamente igual a como estaban cuando abandonó el pueblo... Nuevos enemigos y viejos aliados, nuevas relaciones y batal...