13. Al Límite

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- ¡Alexa! ¡Alexa! – entonces abrí los ojos abruptamente, producto de la bofetada que alguien me había proporcionado.

Me incorporé para darme cuenta de que me encontraba echada en el medio de un estacionamiento y la que me zarandeaba con angustia era Katherine.

- ¿Qué estás haciendo? ¿Qué paso? – pregunté, mientras confundida observaba mis manos, llenas de sangre seca. - ¿De quién es esta sangre? – abrí los ojos aún más.

- Esa chica. – entonces cabeceó hacia el interior de un auto, dentro del cual, yacía el cuerpo sin vida de un rubia, que yo había asesinado. - ¿Qué pasó?

- No lo sé. – negué. – Creo que me desmayé y... Klaus y Stefan me llevaron con ellos, pero... no puedo recordar nada más.

- ¿Te hicieron algo? – preguntó, mientras me ayudaba a incorporarme.

- ¡No! – exclamé, sintiéndome ofendida. - ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo me encontraste?

- Sentí tu dolor, tu debilidad. Creí que alguien te había inyectado verbena; así que corrí al lugar en el que pensé que te encontraría y no me equivoqué.

- ¿Dónde están ellos? – inquirí, limpiándome las manos en el dorso del pantalón.

- ¿A quién te refieres a Stefan y a Klaus, o a Damon y Elena?

- Todos. ¿Dónde están? – entonces Katherine bajó la voz, misteriosamente.

- Klaus y Stefan están adentro. – entonces levanté la cabeza y fue cuando me di cuenta de que nos encontrábamos en las afueras de un bar. Iré a su antiguo bar predilecto, había dicho Damon. – Y Damon y Elena, están por allá, en las afueras del bar.

- ¿Haciendo qué?

- Esperándote. – entonces Katherine me sujetó del brazo y con cautela comenzó a arrastrarme hacia el lugar en el que se encontraban Damon y Elena. – Les dije que vendría a buscarte.

Me limité a permanecer en silencio y seguí a Katherine. Unos minutos después nos encontramos frente al auto de Damon; y éste se bajó automáticamente y corrió hacia mí.

- ¿Estás bien? – preguntó, mientras apartaba a Katherine y sujetaba mi rostro, obligándome a verlo a los ojos.

- Si. – asentí. - ¿Ustedes? – le pregunté ahora que Elena se nos había unido.

- Genial. – sonrió Damon. – Vámonos a casa.

- ¡No! – negué espontáneamente. – Tenemos que entrar. – Damon comenzó a negar la cabeza con preocupación, pero lo interrumpí. - ¡Damon! No hicimos todo este viaje para nada, Elena tiene que hablar con Stefan. Fin de la discusión.

- Estoy con el plan de Damon. – interrumpió Katherine y la fulminé con la mirada.

- Yo también. – apoyó Elena y la miré con incredulidad.

- ¿En serio? – entonces los miré a los tres y ninguno dijo nada. – Bien. Si quieren irse... adelante. Nadie los está deteniendo. Yo no he terminado mi trabajo aquí, así que si me disculpan... - entonces me di media vuelta y comencé a caminar, pero Katherine se interpuso.

- Por favor. – pidió.

- No. – negué. – Dije que no había discusión. Iré ahí adentro y hablaré con Stefan, pues como sabrás, no tuve la oportunidad, porque me desmayé.

- Alexandra. – reprendió Katherine.

- Mira. Comprendo. – Katherine me miró con los ojos entrecerrados. - Tienes que irte, venir aquí fue un error en primer lugar, pero lo hiciste por mí. Y te lo agradezco. – sonreí. – Pero ahora, necesito que te vayas y te pongas a salvo; como la has venido haciendo. Te necesito conmigo y con vida. Así que, por favor... ve. Yo solo entraré, hablaré con Stefan y volveré a casa. Lo prometo. – dije tras hacer una pausa.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora