36. Baile de Bienvenida

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Mientras estuvimos en el bosque, llamé a Elena y le expliqué toda la situación. Al principio no había estado de acuerdo, pero terminó por aceptar... a pesar de que se sentía mal por tener que hacerlo.

Tras por lo menos dos horas, Elena llegó a la casa con sus pertenencias y las llevó a mi cuarto. Y después de, en extremo silencio, acordar todos los detalles sobre cómo haríamos para neutralizar a Rebekah; nos dirigimos al cuarto de Damon... donde él esperaba con gran diversidad de armas anti vampiros sobre su cama. También habíamos acordado que de ahora en adelante llevaríamos protección en caso de que algo saliera mal.

- ¡Wow! – exclamé, mientras observaba los diferentes artefactos. – Estás equipado.

- Ric ha dejado gran cantidad de sus cosas aquí. – simplificó Damon que se encontraba en el baño preparando granadas de acónito.

Nos encaminamos hacia el baño y parecía algún tipo de extraño laboratorio. Frascos de vidrio vacíos, tapas especiales y los lavamanos estaban llenos de mezclas de agua y acónito.

Inteligente.

- Déjame darte una mano. – dije y me puse a trabajar.

- Yo también ayudaré. – soltó Elena y los tres nos dispusimos a hacer granadas sin decir absolutamente nada.

Fue Elena la que rompió el silencio, cuando dijo:

- Hay demasiadas cosas que pueden salir mal con este plan. – soltó, preocupada. – Demasiadas personas que pueden hacer que salga mal. – agregó, entornando los ojos.

- Bueno, espero que te haga sentir mejor saber que estoy formulando un plan secreto de contingencia. – sonrió.

- ¿Qué plan secreto, Damon? – inquirí, incrédula. - ¿Qué paso con la confianza entre tú y yo? – exclamé, ofendida.

- ¿Qué es? – inquirió Elena, apoyándome.

- Si les dijera no sería secreto. – continuó sonriendo.

- ¿En serio? – pregunté, alzando las cejas, incrédula. - ¿No has aprendido nada de tus planes secretos anteriores?

- ¿A qué te refieres? – preguntó, frunciendo el ceño.

- Raramente funcionan, y siempre tienen consecuencias irremediables. – me quejé.

- ¿Estás diciendo que mis planes son malos?

- ¡No! – exclamé y negué enérgicamente con la cabeza. - ¡Estoy diciendo que son patéticos!

- ¡Ouch! – exclamó Damon y se quedó en silencio.

Fue entonces cuando supe que sin importar cuánto insistiera no iba a abrir la boca.

- ¿Es peligroso? – inquirí, resignada.

- No. – negó. – Es un plan de seguridad. – sonrió. – Y es muy seguro. – bufé y lo miré incrédula. – Hey. – dijo para llamar mi atención y lo miré a los ojos, tan azules que hacían que me perdiera en ellos cada vez que los miraba. - ¿Confías en mí o no?

- Sí. – terminé por aceptar tras suspirar.

- ¿Qué hay de ti? – inquirió Damon mirando a Elena por encima del hombro.

- Si ella está confiando en ti... yo también. – asintió Elena.

- Gracias, poder Petrova. – se burló Damon, me guiñó el ojo y no pude evitar reír.

Justo en aquel instante alguien entró en la habitación y se acercaba. Era Stefan; quien se asomó tras el marco de la puerta y le dijo a Damon con una sonrisa:

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora