- ¿Una cura? – inquirí, asegurándome de que había escuchado correctamente. - ¿Una cura para qué?
- Para el vampirismo, por supuesto. – respondió Klaus como si no fuese lo suficientemente obvio.
Había una estática sonrisa de incredulidad enmarcada en mi rostro y no podía hacerla desaparecer.
- No hay una cura para el vampirismo. – replicó Stefan, pero incluso en su voz, pude notar que deseaba con todas sus fuerzas que aquello fuese cierto. Había un dejo de esperanza, en la aspereza de su tono.
- Está diciendo la verdad, Stefan. – intervino Rebekah y fue la mirada solemne en su rostro lo que hizo que la sonrisa desapareciera de mis labios, siendo suplantada por una expresión de absoluta confusión.
Stefan negó con la cabeza con energía, como si temiera que le estuvieran tomando el pelo.
- ¿Entonces porque no las has buscado? – inquirió, cuestionador. - ¿Encontrado?
Klaus resopló y se puso de pie. Se dirigió al pequeño mini bar que habían dispuesto al fondo del comedor y se sirvió un trago de bourbon.
- Porque cuando los cazadores tomaron su último aliento aquella noche, la marca desapareció de sus cuerpos. El mapa desapareció, la Hermandad de los Cinco se extinguió. – Klaus retornó a la mesa, con paso grácil. – Por novecientos años no hubo ni un susurro de un cazador, hasta que nuestro amigo en el estudio apareció en el pueblo.
- Bueno, ahora tenemos el mapa ¿Qué hacemos a continuación? – inquirió Rebekah, como si deseara que dejaran de hablar de los Cinco.
- Nosotros – Klaus hizo un marcado énfasis en la palabra. – no hacemos nada, hermanita. No se puede confiar en ti. – Rebekah lo fulminó con la mirada, incrédula. – Le babosearías este secreto al primer muchacho que te diga bonita. – Niklaus rió burlón, y lo miré sin poder creer las palabras que salían de su boca. – Quiero decir, es patético en realidad ¿no? – entonces miró a Stefan como si esperara que al menos el único otro hombre en la habitación pudiera entender su punto. – Como continúa entregándole su corazón a cualquier hombre que le demuestre el más mínimo afecto. – Stefan se limitó a mirarlo, pero no dijo o mostró expresión alguna. – Creerías que ya ha aprendido algo del ciclo sin fin de decepción.
- ¡Nik, suficiente! – reprendí y lo miré con los ojos abiertos como platos, pero era demasiado tarde.
- ¡Pero no he aprendido! – gritó entonces Rebekah, evidentemente dolida por las palabras de Niklaus. – ¡Me he quedado contigo y te he dejado drenar cada momento de felicidad de mi vida! – Rebekah dio un golpazo en la mesa y se puso de pie. - ¿Sabes? Al menos me fue mejor que a Finn. – ahora se dirigía a Stefan y me dio la impresión de que en aquel momento Klaus y Rebekah discutían para ver cuál de ellos lograba reclutar a Stefan a su bando. – Klaus lo dejó con una daga en su corazón porque estaba cansado de que lo juzgara.
- No, Finn era un idiota. – se defendió Nik, colocándose también de pie. – Era más interesante tendido en una caja.
Entonces no me pude controlar más y le lancé un manotazo al pecho a Klaus. Me miró sorprendido, claramente no esperando aquello y como si realmente no comprendiera a que se debía. Sabía que Finn no era su hermano favorito y además, como que había conspirado con Esther para matarlos a todos ellos pero aún así... no había necesidad de aquellas palabras. Rebekah lucía más indignada que yo... pero en medio de la rabia, alcancé a ver como su rostro se iluminaba con una idea. Miró a Stefan de soslayó y bufó.
- ¿Quieres la cura para Elena, no es cierto? – inquirió, el odio exudando de su voz. – Para que puedas volver a producir híbridos en masas. – miré a Niklaus y sólo un vistazo fue suficiente para saber que Rebekah había dado en el blanco. – Por eso trajiste a Stefan, ¡porque sabías que te ayudaría a pesar de que te odia a morir! – chilló. - ¿Sabes qué? Puedes meterte tu cura por el culo.
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Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic Falls
De TodoDos meses después de que Alexandra dejó Mystic Falls en busca de su mejor amigo, regresa para descubrir que las cosas no siguen exactamente igual a como estaban cuando abandonó el pueblo... Nuevos enemigos y viejos aliados, nuevas relaciones y batal...