80. Peones

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La pelea que había tenido lugar entre Niklaus y yo luego de que le manifestara mi plan de ir tras Katherine y recuperar la cura, había sido una de las peores que habíamos tenido en mucho tiempo. Había escalado bastante rápido, palabras hirientes habían sido intercambiadas y al final, le había dado la espalda y había abandonado la mansión, dejándolo dando gritos a las paredes, completamente desquiciado.

Entendía su preocupación y su miedo. Después de todo, apenas y había vuelto de la isla y sabía cuánto le había costado dejarme ir. Pero había sido necesario. Ir tras Katherine sola, era para él innecesario. Me había pedido que esperara, que lo dejara acompañarme... pero simplemente era algo que tenía que hacer por mí cuenta. Katherine era mi hermana, mi gemela, después de todo. Y no podía evitar sentirme responsable de las cosas que hacía. En especial cuando personas que amaba salían lastimadas.

A Niklaus le preocupaba que Katherine pudiera herirme, pero eso no me preocupaba. Si había algo de lo que estaba segura, era de que Katherine no haría nada en mi contra... bueno, nada demasiado grave. En cambio, yo no estaba segura de poder decir lo mismo.

Tras una semana de seguirle el rastro, la misma rabia y sed de venganza seguía crepitando en mi interior. No se había desvanecido en lo más mínimo. Y sí en algún momento me había sentido cansada de dormir en el auto mientras esperaba afuera de algún lugar en dónde se suponía que la habían visto, o sí había reconsiderado mi plan tras tener que enfrentarme con dos o tres vampiros que intentaron proteger su ubicación... pensar en el cuerpo inerte y sin vida de Jeremy, o en el olor nauseabundo que había despedido su cadáver era suficiente para reavivar mi motivación.

La rastro me había llevado a la frontera con Virginia Occidental, me había hecho adentrarme y cruzar por completo el estado, adentrarme un poco en Ohio y finalmente me había llevado a un decrépito pueblo en Pensilvania. La población apenas sobrepasaba los mil habitantes y era bastante común. Seguro, era pintoresco y el clima era agradable, pero no había nada que valiera la pena resaltar. No era el tipo de lugar en el que Katherine se asentaría, por lo que estaba segura de que sería otro callejón sin salida.

Estaba iniciando la segunda semana de mi búsqueda y en cierto punto, había tenido que apagar el teléfono porque los mensajes que recibía desde Mystic Falls no hacían más que desconcentrarme.

Hasta entonces, Elena estaba siendo un dolor en el trasero y el vínculo ya no tenía efecto sobre ella. Al parecer, cuando sus emociones habían desaparecido, el vínculo había dejado de surtir efecto... y tanto que habíamos buscado una manera de romperlo.

Caroline o Bonnie, no me había quedado muy claro, había matado a doce brujas y el triángulo de Expresión se había completado. Lo que significaba que ahora, lo único que Silas necesitaba era la cura. Un motivo más por el que debía encontrarla cuánto antes.

Stefan y Damon habían intentado comunicarse conmigo repetidamente... pero no había recibido ni siquiera una llamada de Niklaus. Suponía que aquello significaba que habíamos quedado en peores términos de los que yo creía.

Así que hacía cuatro días que no encendía el teléfono. Tenía que encontrar a Katherine pronto, y la travesía estaba siendo mucho más complicada de lo que había previsto.

Cuando me detuve en una cafetería en busca de un poco de cafeína que me ayudara a pensar con mayor claridad... todo el trabajo de la última semana y media, rindió sus frutos.

Me senté en una mesa, esperando ser atendida y un par de minutos más tarde, una mesera se acercó y colocó sobre la mesa una taza grande de café negro, un vaso de jugo de naranja, una plato con frutas variadas y un sándwich de queso y pavo. Fruncí el ceño y la miré, confundida. Nunca había venido a tomarme el pedido.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora