21. ¿Más Originales? Más problemas...

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Llamar a Damon no había funcionado; Katherine seguía sin responder al teléfono... razón por la cual me limité a dejar éste en el auto, y a dejar el auto en el estacionamiento de la escuela; el cual estaba lleno de adolescentes... que se iban.

Al primer momento pensé que estaban bajo la compulsión, pero la expresión de aburrimiento y derrota en sus rostros, me hizo creer que había algo más.

- ¿Qué ha pasado? – le pregunté a un chico, que reconocí como uno de los meseros del Grill.

- Nos atraparon. – dijo fastidiado, acto seguido siguió su camino, al igual que el resto de los jóvenes.

Fruncí el ceño y como pude me abrí paso entre la marea de estudiantes, que iban en dirección contraria a la mía. Una vez hube cruzado el gran arco, que era la entrada a la escuela; con extremo cuidado miré a mí alrededor. No había nadie... al menos, no en mi campo visual.

Rápidamente, pero haciendo todo el silencio que me era posible, comencé a internarme en los pasillos de la escuela, pero ésta parecía vacía. Cuando estaba a punto de cruzar en donde había unos casilleros, escuché unos pasos a mis espaldas y bruscamente me volví. Al principio, no veía a nadie, pero unos segundos después, cruzando por donde yo acababa de cruzar unos segundos antes, apareció una chica... una que no reconocí; pero por la seguridad con la que caminaba, no me fue difícil darme cuenta de que no era una estudiante deambulando.

Una vez la luz le dio de lleno en el rostro, pude detallarla. Era rubia, no tanto como Caroline, pero lo era. No era muy alta, y su cabello le llegaba un poco más abajo de los hombros, claro, esto era porque lo llevaba rizado. Tez pálida y ojos azules, supe una vez me enderecé y la miré expectante.

- ¿A dónde crees que vas? – habló por primera vez, en un acento que no era americano, sonando amenazante, mientras caminaba. Retrocedí un poco.

- ¿Y tú eres? – inquirí y retrocedí otro poco.

- Si la memoria no me falla, tú debes ser esa zorra doppelganger. – dijo despectivamente.

Al parecer no tenía ganas de hablar y no me iba a decir su nombre. Sabía sobre las doppelganger y por la manera en que me había llamado "zorra", podía decir que no estaba feliz.

- Me han llamado peor. – sonreí, y tras darme media vuelta, seguí caminando.

Pero antes de que tan siquiera lo notara, la chica me tomó del cuello y me lanzó contra unos casilleros. El estruendo me dejó desconcertada, y cuando intenté levantarme, me tomó del cuello y me alzó.

- Dije, ¿A dónde crees que vas? – intenté apartar su mano de mi cuello, pero... era fuerte. – Ni siquiera lo intentes, estúpida doppelganger. Una tonta humana como tú, va a necesitar más que eso... mucho más.

La miré de reojo. Así que creía que era Elena... bueno, eso era una ventaja en cierto aspecto. Entonces me metí en personaje y comencé a aparentar que me asfixiaba.

- No puedo... respirar. – gemí.

- Oh, no mueras aún. – entonces me puso en el piso y tras sujetarme del brazo, comenzó a arrastrarme por los pasillos. – Puede que Nik aún te necesite.

Nik... Nik. No necesite demasiado tiempo para saber de quien hablaba, y para saber que ésta tipa no era amiga de Elena... y mucho menos mía.

Tratando de actuar como Elena, intenté resistirme, con la misma energía que un humano podría hacerlo.

- Ya te he dicho que no te molestes. – entonces me zarandeó y volvió a arrojarme contra unos casilleros.

Esto comenzaba a molestarme, y las ganas de patearle la cara crecían a cada segundo. Miré de reojo y vi un trapeador, no muy lejos de mi posición. La miré y sonreí.

Alexandra Petrova: De Regreso en Mystic FallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora