¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi padre volvió a ir de misión, no es de extrañar, es de los mejores ninjas así que es muy solicitado para todo tipo de misiones. Hace una semana que me perdí, ahora ya sé mi camino de regreso a casa, papá y yo recorrimos la ruta que debía aprender una y otra vez hasta lograrlo y también terminé de "leer" mi libro de historia, interesantísimo por cierto, sobre todo cuando obligué a Asuma a leerlo por mi para entender mejor lo que decía.
Hoy he salido de casa con el objetivo de distraerme. Caminaba por la aldea con la mirada en el cielo luego de comprar una caja de pastelitos, hasta que choqué con alguien cayendo directo al suelo, pero salvando mi comida.
—¿A caso eres ciega? —levanté la mirada encontrando a un hombre mayor molesto conmigo—. Fíjate por dónde vas.
—¡Oye! —me levanté sacudiendo mi ropa—. Iba a pedir perdón, pero ahora no. Da gracias que mis pastelitos no se dañaron.
—¿Qué dices? Mocosa malcriada. —levantó su mano dispuesto a golpearme.
—¡Anciano malcriado! —le grité siendo más rápido y golpeando su espinilla haciéndolo caer al suelo—. Debería ser más gentil, soy una indefensa niña de tres años.
Se levantó y cuando estaba por decirme algo más, su mirada se dirigió a un niño rubio.
—Ese demonio de nuevo, debería desaparecer —dijo refiriéndose al pequeño rubio—. Le haría un bien a la aldea.
—Es ese niño, ¿Por qué lo dejan estar aquí? —siguió una señora.
—No te acerques a él —le advirtió otra a su hijo—. Es un monstruo.
—Lo sé, mamá, es un monstruo.
El rubio se detuvo y miró a su alrededor a las personas hablando de él. Sus ojos se llenaron de lágrimas ante todos los malos comentarios que hacen y se fue corriendo.
—Ustedes si que son estúpidos. —todos me miraron—. ¿Como pueden tratar a un niño así? —señalé al anciano—. Usted es quien debería de desaparecer, sería bueno para la aldea no tener un idiota más —miré a la señora con su hijo—. Tranquila, él no se acercará a su hijo, ¡Porque tiene un niño tan horrendo que debería ser ilegal!
Di media vuelta y corrí con dirección a dónde se fue ese niño. No lo podía encontrar, hasta que escuché a alguien llorando en un campo rodeado de árboles. Me acerqué y lo vi con la cabeza entre las piernas. Dejé la caja en el suelo y me senté frente a él.