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Mesesdespués.
Abrí los ojos mirando el techo de mi habitación, me mantuve en ese estado durante tal vez diez minutos hasta que decidí levantarme y prepararme para el día de hoy.
—Un lindo día —dije con sarcasmo mientras me dirijo al baño a ducharme—. ¡Un exelente día!
Al terminar de bañarme salí envuelta en mi bata de baño y me acosté de nuevo en mi cama sin importarme que mi almohada quedará muy mojada.
—Desearía no despertar estos días, hasta que termine mi sufrimiento —murmuré cubriendome con las cobijas hasta la cabeza.
—Hana —la voz de mi padre se escuchó en la habitación.
—¿Qué? —pregunté.
—Necesito que me ayudes con algunas cosas en mi oficina, ven —quité las cobijas para mirarlo.
—No, no quiero salir, solo quiero quedarme aquí y llorar todo el día, como lo he hecho desde ayer —soltó un suspiro y me observó desde la ventana.
—¿Peleaste con Neji? ¿Terminaron?
—¡Papá! —lo regañé—. No es eso, él y yo estamos bien —asintió.
—¿Entonces? —miré el suelo—. ¿Qué fecha es hoy? —pensó un momento y después recordó algo—. Ya veo, es por eso. Bueno, no podrás quedarte a llorar por una semana, necesito que me ayudes.
—Tienes a Shikamaru, es un genio y muy trabajador, aunque de vez en cuando es un flojo.
—Pero eres mi hija, ahora vístete y ven a la torre —desapareció.
—Si no voy prohibirá que me vendan Dangos —lo analicé unos momentos—. Es tan injusto, se aprovecha de su poder —aparté las cobijas y comencé a vestirme con ropa cómoda.
En menos de diez minutos ya me encontraba en la oficina de mi padre ayudándolo con algunos papeles e informes sobre misiones.
—Puedes irte —dijo después de cinco horas de explotación laboral.