¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Hana—neechan! —detuve mis pasos al oír la voz de la amiga de Konohamaru.
—Moegi, hola —le sonreí.
—¿Estas ocupada?
—No, ¿Qué sucede? —ella apretó un poco sus puños y me dio una mirada decidida.
—¡Entrename por favor! —me sorprendí al oír su pedido.
—¿Yo? —me señalé—. ¿Estas segura?
—¡Eres de las más fuertes de la aldea, por favor! —me miró con los ojos brillando.
—Moegi... ¡Muy bien! —le sonreí.
—¡Comencemos ahora! —tomó mi mano llevándome con ella.
—Vaya, si que tiene energía —llegamos al bosque, ahí nos detuvimos en un punto adecuado—. Bien, ¿Qué quieres aprender primero? —pregunté cruzada de brazos.
—Quisiera aprender a golpear como tú y que me ayudes con algunos Jutsus —asentí.
—Muy bien, Moegi —cerré los ojos concentrandome para decidir cómo empezar—. Una de las cosas más importantes, es saber el porqué peleas.
—¿Eh? ¿Por qué peleó? —murmuró confundida.
—Tienes que saber a que rey estás protegiendo —sonreí de lado pasando mi mano por mi cuello—. Y cuando lo encuentres, simplemente te esforzarás para ser mejor cada día y protegerlo —miré el cielo recordando a Shisui.
—Nee-chan, yo quiero proteger la aldea de cualquier cosa —dijo muy decidida y segura de sí misma.
—Proteger la aldea, ¿Eh? —la miré y solté un suspiro—. Compartimos el mismo rey.
Miré el suelo. Desde hace unos días tengo un mal presentimiento, siento que como las cosas están actualmente... Tal vez una guerra esté por comenzar, lo que significa que cuando eso pase todos nosotros tendremos que ir a la guerra y ellos se quedarán cuidando la aldea, no quiero que alguno de ellos... Por eso tengo que entrenarla bien.
—De acuerdo, quiero medir tu fuerza y el daño que haces —nos acercamos a unas rocas enormes.
—¿Puedes mostrarme tu fuerza? —la miré con una pequeña sonrisa.