—Hana, volviste —Itachi se acercó a nosotros con una pequeña sonrisa—. Hola, Naruto, Neji —ambos lo saludaron con un movimiento de mano.
—Itachi, ¿Qué has estado haciendo? —pregunté con interés.
—Entrené un poco con mi Sharingan, y ayudé a Lady Tsunade —contó.
—Mis métodos funcionan, ¿Verdad? —le sonreí.
—Esas gotas hicieron efecto desde las primera dos horas, y en un día, ya veía mejor.
—¿Qué gotas? —preguntó Naruto.
—¿Recuerdas cuánto tu novi... cuando Hinata perdió la vista? —asintió, pero Neji me miró negando por lo que yo estuve a punto de decir.
—Fuimos a buscar una hierba a ese lugar extraño —recordó.
—Bueno, en nuestro viaje de tres años, encontré mucha de esa hierva y con un poco hice gotas para los ojos y la otra la planté en un lugar adecuado que solo yo conozco y ahora hay mucha —expliqué con orgullo.
—Wow, fantástico —dijo sorprendido—. Es verdad, el anciano sapo me invocó.
—¿Para que? —pregunté notando la mirada de algunas personas sobre nosotros.
—Me dijo una profecía, al parecer iré a un crucero con un pulpo que me enseñará algo importante —lo miré con diversión—. Y después dijo, que Sasuke y yo pelearemos —Itachi lo miró con interés—. Pero estoy listo para eso.
—Me tengo que ir, estoy ayudando con el conteo de las cosas.
—Claro, nos vemos luego —él se fue con una expresión un tanto preocupada.