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Tenía mi vista sobre el techo pensando en cuando volveré a ver a Itachi. Miré a Neji quien camina por toda la habitación mirando viendo cosas con interés. Se detuvo en una pared y observó las fotografías que tengo en ella, tomó la foto que me regaló el día en que me fuí. La volvió a dejar en su lugar y llegó se acercó tomando lugar a mi lado derecho, apoyando su cuerpo en su brazo izquierdo mientras el otro lo deja descansando sobre mi estómago.
—Hana —me llamó.
—¿Eh? —una sonrisa apareció en su rostro.
—Te pregunté por tu padre.
—Oh, se fue de misión está mañana —le guiñé—. Tengo la casa sola, ¿Sabes lo que significa? —Neji se sonrojó—. Puedo comer tantos dangos como quiera.
Frunció el entrecejo, yo solté una pequeña risa al ver su reacción, creí que no era un pervertido.
—¿Pensabas en algo más? —pregunté colocando mi mano izquierda en su hombro.
—Cállate —dijo avergonzado.
—Eres un total pervertido —acerqué mi rostro al suyo cada vez más.
—Tu eres igual.
Lo acerqué a mi juntando nuestros labios, su mano se deslizó hacia mi cintura. Le di un pequeño empujón para que se recueste y me coloqué sobre él. Nos separamos del beso con la respiración un poco agitada, dejé mis manos en sus hombros.
—Te amo —dijo rozando nuestros labios.
—Lo sé —pasé uno de mis dedos por su rostro—. Pero es lindo que al fin lo digas en voz alta.
De pronto las luces en mi habitación se apagaron, llevé mi mirada a la ventana notando que todo afuera se encuentra a oscuras.
—Está pasando algo —Neji juntó nuestros labios de nuevo en un pequeño beso.
—Continuaremos después —asentí, me quité de encima y se levantó, ambos nos acercamos a la ventana.
Él activó su Byakugan.
—Hay problemas en la puerta principal —tomé mis cosas.
—Andando —salimos por la ventana con dirección a la entrada.
Llegamos al mismo tiempo que nuestros compañeros, aunque Sakura y Naruto no estaban ahí, pero los demás sí. Había un gran desastre.
