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Casi dos años han pasado desde que conocí a Naruto, Itachi y Shisui. Mi opinión en cuanto al clan Uchiha no ha cambiado, ellos dos han sido una gran excepción, pero aún creo que el resto del clan podría planear algo en contra de la aldea e incluso intentar destruirla en un futuro.
También aprendí a cocinar a los cuatro años, con ayuda de Itachi, Shisui y Kurenai obviamente, está última me enseñaba cuando podía. Mi padre me ha dejado un par de veces bajo el cuidado de Gai y Asuma de nuevo, me han perdido solo cuatro veces de lo que va del año, pero ya no me preocupa, puedo volver a casa sola.
—¿Qué quieres comer? —preguntó mi padre mientras salto sin soltar su mano.
—Quiero Dangos —contesté.
—¿Dangos? ¿Desde cuándo comes Dangos? —lo miré parando de jugar.
—Shisui e Itachi me llevaron un día, saben deliciosos —expliqué continuando con mi juego.
—Pasas mucho tiempo con ellos, ¿No crees?, deberías tener otros amigos.
—Tengo un amigo de mi edad, se llama Naruto Uzumaki, es mi mejor amigo, cumplimos el mismo día —conté deteniendo mis pasos para que él se adelante.
—¿Y cuando planeabas decirme que eres amiga de él? —corrí y me arrojé sobre su espalda.
—¿Hay algún problema? —negó.
—Solo digo que debiste decirme que tienes un amigo de tu edad —subí por su espalda hasta ponerme sobre sus hombros.
—Pues ya lo sabes. Es muy lindo, aunque el tercer Hokage lo trata mal —murmuré recordando las veces que ha visitado a Naruto y yo escucho escondida—. ¿Por qué todos lo tratan mal? Es solo un niño.
—Las personas de la aldea tienen una mala idea sobre él —asentí.
—Lo sé. ¿Puedes entrenarme? —pedí emocionada.
—¿Entrenarte? No creo que sea buena idea, solo espera un poco más, entrarás a la academia —solté un suspiro—. Entonces te enseñarán, no es como si tuviera que enseñarte a controlar algo.
—Olvídalo —me bajé de sus hombros—. Iré a jugar.
—Creí que querías Dangos.
— Ya no tengo hambre —me encogi de hombros—. Nos vemos en casa.
