Lara tiene 19 años y hace 10 que se mudó a Barcelona. Cuando llegó con su padre recién divorciado, se instalaron en la ciudad en un pequeño piso en el centro y su vida cambió por completo. Pasó de vivir con sus dos padres y su hermano en Galicia, a vivir sola con su padre a miles de kilómetros de su madre y su hermano. La relación con la primera se fue endureciendo a lo largo de los años y ahora apenas se hablan. Lo que no se esperaba era que en esa ciudad conocería el significado del odio, y a la vez del amor más sincero que había sentido nunca por nadie.
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