Capítulo 2

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En el capítulo anterior de El Resurgir de los von Carstein, tras El Fin de los Tiempos y la victoria de las hordas de los Dioses del Caos lideradas por Archaon el Elegido, el tiempo fue pasando hasta que los restos de las razas que combatieron contra ellos fueron consiguiendo victorias hasta expulsarlos de su mundo.

Posteriormente los humanos traicionaron a sus aliados, para seguidamente comenzar a purificar una parte de su mundo que lo bautizaron como El Continente Elemental. Con el paso del tiempo se fue olvidando dichas guerras y su antigua historia hasta que se convirtió en un mito.

Transcurrido muchos milenios, el Continente Elemental estaba poblado de centenares de clanes shinobis, donde dos de ellos fundaron una aldea, provocando que temerosos de ellos diferentes clanes se les uniesen y fundasen otras aldeas para detenerles. Con tres grandes guerras mundiales, en Konoha alguien rapto a Kushina, la mujer del Yondaime extrayendo al Kyubi mandándolo a atacar Konoha. Solo para ser derrotado por Minato y contener a la poderosa bestia en su hijo, Naruto sin protección de Hiruzen Sarutobi o cualquier rata de la aldea oculta entre las hojas.

P. O. V. Normal

Durante el tiempo que Minato estuvo haciendo el hechizo, un alma antigua y poderosa, que sacrifico su vida por su gran amor habia revivido y se habia introducido en el cuerpo de nuestro pequeño protagonista.

Fin P. O. V. Normal

En el espacio mental de Naruto

P. O. V. Vlad

De repente noté el toque del agua pasar por mi espalda, y entonces abrí los ojos. Poco a poco los abro para acostumbrarme al ambiente, mis parpados se notan cansados, como si hubieran pasado una eternidad. Mis huesos los siento como si fueran una reliquia, que intenta aferrarse a la no vida que una llegue a tener antaño. Mi cabeza era un marojo de recuerdos, que me vinieron a la cabeza dándome un dolor de cabeza inmenso. Cierro mis ojos de golpe, para llevar uno de mis brazos a la cabeza, en un intento de parar en doloroso ataque, que recibía mi cerebro en forma de imagen-es de antaño.

Segundos después volví abrir de nuevo los ojos, cuando mis últimos recuerdos llegaron a mi cabeza. Lo último que recuerdo es a mi bella Isabella entre mis brazos gritando, cuando estábamos cayendo desde lo alto de esa torre en medio de la Batalla en Middenheim, y al caer sobre una estaca besarla como último acto de amor, para liberarla del control de ese putrefacto demonio de Nurgle.

Un sentimiento de preocupación me llego directo al corazón. No sabía si ella podría quitarse la influencia de ese tal Bolorog, ese maldito demonio que mancillo su mente destruyendo lentamente sus recuerdos y manejando su cuerpo a su placer. Pero no podía hacer, ya estaba muerto del todo y tenía que dejárselo todo a ella. Si mi amo, Nagash y los demás aliados conseguían derrotar a las hordas del Caos y sus demonios podría caber la posibilidad, de que mi bella Isabella pudiese encontrar la paz.

Repentinamente me levanté del suelo mojado con una agilidad, que hasta yo me encontraba sorprendido y comencé a fijarme en el antro donde me encontraba.

Parecía una especie de alcantarilla, ¿Estos eran los dominios de los Dioses del Caos? ¿Qué clase de mala broma es esta? No escucho los gritos y aullidos que profesan los demonios al servicio de los 4 Dioses Oscuros, ni ningún sonido que provenga de la batalla librada en una de las ciudades más importantes del Imperio de Sigmar. Pensé que mi alma podría llegar a observar si conseguíamos nuestro afamado objetivo. El enemigo tenía un plan oscuro para abrir un portal a su ruinoso mundo, pero no hay de lo que se parezca o se imaginase alguien.

Sin embargo, me detuvo y me fije en una puerta compuesta por unos barrotes de varias decenas de pies de altura. Lo que tenga que contener debe ser una bestia muy poderosa. Lentamente, pero con cautela doy dando pasos hasta llegar cerca de la puerta. Por el camino me he podido dar cuenta, de que este lugar es deprimente, hasta la podrida y casi abandonada por la mano del hombre Sylvania es más majestuosa que este lugar. El agua es negra como una banda de cuervos y la putrefacción hubiese hecho mella también en esta rio de agua.

El Resurgir de los von CarsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora