Capítulo 89

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En el capítulo anterior de El Resurgir de los von Carstein, las huestes lideradas por Vlad von Carstein se enfrentaron a la flor y nata de los shinobis de Kumogakure no Sato acaudilladas por el Yondaime Raikage.

P. O. V. Normal

Taki no Kuni, Takigakure no Sato, cercanías de Takigakure no Sato

La invasión de Taki no Kuni no había sido muy complicada. Las defensas orientales sucumbieron rápidamente ante el ataque sorpresa de las huestes de su Señor, obteniendo una rápido avance que los condujo en poco tiempo a las puertas de Takigakure no Sato.

Eso no quiso decir que fue un desfile militar. Las fuerzas que se intentaron interponer entre ellos y su objetivo lucharon a la desesperada para cumplir su misión de expulsarlos y recuperar toda la tierra perdida ante las manos del invasor.

El enfrentamiento más difícil y complejo fue la Batalla del río Tsushina, río que desembocaba en el mar desde su origen cerca de los frondosos y espesos bosques de Hi no Kuni.

Los defensores, una amalgama de regimientos y batallones de samuráis y Ashigarus sin un mando único y cohesionado, se presentaron en el único paso viable para el cruce de su ejército para plantarles cara y frenar el sangrado que había supuesto sus movimientos.

Al inicio arrojó un batallón de Ashigarus con Katana acompañado por dos compañías de arqueros para cubrirlos y picar las filas apretadas de enemigos sin piedad.

Sus hombres se acercaron y sufrieron una descarga de muchas flechas de las que pudieron responder. Sus compañías de proyectiles sufrieron cuantiosas bajas antes de poder desafiar la potencia de fuego recibida con una completamente inferior a su número máximo que se convertía en una broma; por otro lado, la infantería que mandó a la batalla siguió avanzando sin preocuparse por los caídos hasta que fueron rechazados por una carga de caballería que rompió el ánimo de continuar avanzando.

Los supervivientes huyeron por donde habían venido sin mirar atrás y dejando a su suerte a sus compañeros de armas heridos tendidos en el suelo, que gritaban y aullaban por auxilio o que les arrebataran el dolor que sentían. Algunos presentaban heridas de flechas, con las puntas incrustadas en hombros, estómago o piernas, mientras que otros habían sufrido las afiladas espadas de los jinetes samuráis vasallos de Taki no Kuni.

Él no estuvo nada satisfecho con la poca información recolectada de desperdiciar unos setecientos efectivos sin importancia y fácilmente reemplazables como eran los Ashigarus. No había obtenido nada de cómo luchaban las formaciones de infantería de su enemigo, desplegadas a lo largo del cruce natural, solamente de la gran capacidad de proyectiles y rápida reacción de su caballería.

Como recompensa por su inutilidad a sus soldados que huían les perforó el cuerpo con varios Teshi Sedan (Balas Perforadoras de Diez Dedos), exterminando a varias decenas, y ordenando a los que quedaban con vida que regresaran al campo de batalla y cargaran directamente contra la infantería sin miedo bajo pena de ser asesinados.

Ellos volvieron a cargar y fueron aniquilados, pero pudo toparse con la debilidad de su enemigo: la infantería era completamente liderada por diferentes Señores Samuráis enfrentados entre sí, hasta dónde había podido observar, y luchaban casi de manera independiente si no tenían una buena relación u opinión del caudillo del al lado.

Con esa posible fractura visualizada ordenó lanzar a todo su ejército contra ellos. La inmensa masa de Ashigarus bajo su mando cargó directamente, con los yaris a los flancos creando una muralla de picas que impidió actuar a la caballería a tiempo.

Los arqueros enemigos escupieron rafaga tras rafaga de muerte sobre sus compactadas filas, pero el miedo a ser asesinados por su Señor superaba la más que posible muerte en combate, por lo que sus fuerzas continuaron su avance aun entre la lluvia de flechas.

El Resurgir de los von CarsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora