Capítulo 41

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En el capítulo anterior de El Resurgir de los von Carstein, las fuerzas restantes de Karak-Berngaruhm se enfrentaban a los ejércitos del clan Mors dirigidos por Sequeek el Conquistador en una batalla encarnizada que se saldó con la victoria de los hijos de la Gran Rata Cornuda.

P. O. V. Normal

Más allá del Continente Elemental, Reino del Caos, Plagopólis

La capital del Imperio Subterráneo Skaven entraba en un nuevo día lleno de conspiraciones, traiciones, asesinatos, matanzas y conquistas dentro de su propio territorio. Los ojos rojos de los hijos de la Gran Rata Cornuda miraban a sus compatriotas con tonos de terror, arrogancia, desconfianza y oportunidad. Esperaban que uno se equivocase para caer sobre ellos sin piedad y apoderarse de lo que tuviese, sin importar que tuviese algo de valor o no.

Pero hoy era un día algo más diferente de lo común y oscuro que era para esta cruenta y espeluznante raza. El día de hoy se reuniría el Consejo de los Trece de nuevo, pero esta vez para que un nuevo miembro ocupase el lugar que el anterior ocupante había dejado vacante tras su muerte.

Muchos de los líderes de clanes Skavens vieron el ascenso del descendiente de Queek el Coleccionista de Cabezas, Sequeek el Conquistador, con buenos ojos, sobre todo los Señores de la Guerra, al ver al mejor de su rango, según bocas de alguno que no paraban de lanzar aburridos y extensos discursos que alaban casi como un dios al nuevo señor de Karak-Berngaruhm; mientras que otros, los Señores de la Descomposición vieron este movimiento por parte de su camarada miembro del consejo, Lord Sniekok el Segador de Corazones, y líder del clan Mors como un acto de traición contra ellos por ganar más poder para sí.

Rápidamente se montaron conspiraciones y alianzas que empezaron a romperse casi al mismo instante que se forjaban. El hedor del miedo de que el clan Mors y que los clanes de los Señores de la Guerra dominasen el Consejo de los Trece aterraba de manera considerable a los Grandes Clanes; no iban a tolerar que les sermoneasen o les dijesen las órdenes que tenían que dictar a sus hombres. Ellos eran los dominadores del Consejo de los Trece desde hacía milenios, y no iban a permitir que el correcto orden de las cosas (según el pensamiento de dichos líderes Skavens), fuese corrompido.

En el momento que Sequeek llegó a Plagopólis se encontró con un mar de pares de ojos rojizos mirándolo con detenimiento, interés, codicia, envidia y admiración junto al reconfortante hedor del miedo y terror que procesaba desde su victoria en Karak-Berngaruhm. Se había expandido el rumor que el mismísimo Skreech Reyalimaña había ayudado al Conquistador en su misión, por tanto, muchos de su raza pensaban que la Gran Rata Cornuda apoyaba al descendiente del Coleccionista de Cabezas.

Detrás de Sequeek marchaba una hueste de Alimañas y guerreros del clan. Delante de todo se situaba la Guardia Roja, con sus armaduras rojizas y armas que reflejaban los destellos verdosos de la piedra bruja.

Sequeek: (Pronto-pronto tendremos el poder del Consejo de los Trece. Sequeek será la pieza necesaria para que los clanes de los Señores de la Guerra controlen-dominen la sociedad skaven. Nadie nos podrá detener). Pensaba el descendiente de Queek con una grotesca sonrisa burlona y arrogante mientras desfilaba como un conquistador hacia el Consejo de los Trece.

Sin embargo, antes de que pudiese llegar un poderoso rayo de energía lanzado de un cañón de disformidad salió disparado desde una posición alejada cubierta por la oscuridad y cayó sobre el centro de la Guardia Roja, con la onda expansiva llevándose a Sequeek por los aires.

Reino del Caos, lugar desconocido

Desde hacia semanas este, un paramo desolado por la plaga y la sangre por naturaleza, habia sido infectado por un mar de ejércitos de los Dioses Oscuros y de los hijos de la Gran Rata Cornuda.

El Resurgir de los von CarsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora