Capítulo 67

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En el capítulo anterior de El Resurgir de los von Carstein, Karl Franz resistía en el Reino de Aqshy contra las huestes del Caos tras su huida de Shyish.

P. O. V. Normal

El Continente Elemental, Yu no Kuni

Ya había pasado una semana desde que Naruto estuvo en la reunión con el Consejo de Konoha, con ese mismo organismo político viendo como su poder, principalmente el lado civil, se diluía ante la gran fuerza que suponía los Clanes Uzumaki y Von Carstein. Habían conseguido repeler la invasión del Sannin traidor Orochimaru, obteniendo el apoyo de gran parte de los shinobis de la aldea.

Poco tiempo después Uzumaki Kushina habló a todo el mundo, reiterando la ascendencia de su hijo, cosa que le provocó una inmensa rabia al haber tenido que descuartizar a más de cien civiles que todavía no se creyeron sus palabras el día de los Exámenes Chunin. Ella no tuvo piedad de ellos, haciendo que todos los que todavía no le creían, pensando que estaba siendo dominada por los poderes oscuros del terrible Kyubi, teman acercarse al recinto del Clan Uzumaki.

Tras eso las cosas se calmaron un poco, con los enemigos de nuestro protagonista intentando saber que hacer en su contra, ya que por el momento eran los que realmente gobernaban la Aldea Oculta al ser los que daban la mayoría de los ingresos. Uno de los más afectados fue Hiruzen, ya que vio su figura como Hokage erosionada al no prever, a los ojos de sus ciudadanos civiles y shinobis, el ataque de su antiguo alumno, cosa muy diferente a lo que hizo Naruto, haciendo marchar sus poderosas huestes No muertas sobre los enemigos de "su pueblo".

Eso provocó la ira del líder del Clan Sarutobi. No entendía como la panda de inútiles que era la inmensa mayoría de la población de Konoha osaba cuestionar su mandato, ya contando entre susurros que su época había terminado, que se había vuelto demasiado mayor para mantenerlos a salvo del peligro. Ellos no entendían nada de lo que él había hecho por sus vidas. Él les mantuvo a salvo y les dio un período de paz y prosperidad que no se había visto desde los tiempos de Senju Tobirama, aunque sabía a regañadientes que no le llegaba a la suela de los zapatos al mandato de su maestro, aumentando su odio cada vez más.

Por esa razón había convocado a todo su Clan al completo para realizar una misión para recuperar su influencia y poder. Si la figura de Hiruzen caía por el barro el Clan Sarutobi perdería mucho poder ante el resto de enemigos, ya que dependían demasiado del viejo mono; y sabían que rivales como Danzo o los otros Clanes shinobis estaban esperando su momento de mayor debilidad para acabar políticamente con ellos, principalmente Shimura por el odio que le tenía a su antiguo compañero de armas.

La decisión que salió de dicha reunión entre los altos cargos del Clan llevó a un grupo de sus shinobis, unos cien Jounins, a desplazarse hacía Yu no Kuni para provocar el caos en el país vecino. Los Daimyos de dicho país se habían granjeado una inmensa riqueza dejando las armas y desmilitarizando, de cara a la galería, Yugakure no Sato, aunque realmente lo que pasó fue que realmente no hicieron tal cosa, que hubiera provocado una caída inmensa de su poder e influencia con las naciones cercanas, y crearon esa capa de humo para rearmarse y prepararse para demostrar su fuerza en caso de extrema necesidad.

Su plan consistía en ocasionar asesinatos y desorden en la nación para provocar que su Daimyo, un completo imbécil arrogante, codicioso, paranoico y con un ego más grande que todos sus dominios, sacase sus cartas antes de tiempo y revelase la verdad de Yugakure no Sato, ocasionando un terremoto político que su líder, Sarutobi Hiruzen, como gran diplomático y amante de la paz que era, se encargase de solucionar para llevar la paz una vez más y conseguir la aprobación los ciudadanos de Konoha de nuevo, olvidando el problema de la invasión.

Por el momento habían ocasionado la destrucción de cinco pequeñas aldeas, dos fortines, diez puestos de avanzada y tres contingentes que fueron enviados desde la capital con órdenes de su Señor Feudal de acabar con lo que estuviese perturbando sus dominios y, lo que le importaba más, la pérdida de recaudación en impuestos por la masacre de sus súbditos en los poblados arrasados. El resto, desde su punto de vista, habían sido alivios ya que no tenía que derrochar dinero en hombres para su ejército.

El Resurgir de los von CarsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora