En el capítulo anterior de El Resurgir de los von Carstein, Itachi y Kisame se enfrentaron a Daiki von Carstein en Konoha hasta que se vieron obligados a retirarse por factores externos a su misión.
P. O. V. Normal
Más allá del Continente Elemental, Reinos Mortales, Ochopartes
La defensa plantada por los sigmaritas en la otrora poderosa fortaleza de Ochopartes había terminado. Tras la ocupación y saqueo del primer anillo por parte de las huestes del Gran Elegido del Caos estas mismas cayeron sobre el siguiente nivel de muralla con gran furia, tirando abajo el portón de entrada sin muchos problemas y comenzando una escabechina que se saldó con la pérdida de cientos de defensores.
Ante ese panorama el Mariscal Otto ordenó la movilización de todas sus reservas y hombres disponibles para la batalla, estableciendo un muro de alabardas, espadas y lanzas, apoyado por el fuego de los proyectiles que le quedaban, que resistió varios embates de los siervos de los dioses del Caos.
Por cada muerto que conseguía hacerle al ejército de Archaon otros tres defensores perdían su vida inútilmente. Las casi inagotables fuerzas invasoras comenzaban a ahogar a los pocos miles de soldados que resistían ante una marea de terror y muerte inevitable. Todos sabían que iban a morir, que no sobrevivirían para contar la gran gesta de haber expulsado al terrible y oscuro Señor del Fin de los Tiempos, que si eran recordados de alguna manera serían en forma de cadáveres que no cumplieron su deber en parar al enemigo que destruyó sus tierras.
Con todo eso la moral estaba por los suelos, un factor clave que fue aprovechado por el Gran Mariscal del Apocalipsis para ocasionar motines y enfrentamientos entre los soldados, reprimidos ferozmente y sin piedad por los hombres del Mariscal. Poco a poco vio como un grupo cada vez más grande de sigmaritas iban resistiéndose con la estrategia defensiva de su superior, que constaba en aguantar las mareas de demonios y hombres corruptos sin parar, dejando morir a decenas de heridos al ser sus heridas demasiado graves como para que se recuperasen rápidamente.
Tras soportar tres días enteras en las puertas del segundo anillo, los restos de los defensores se fueron replegando hacía el siguiente nivel, intentando no alertar a sus enemigos para que se lanzasen contra ellos, y, para cuando estaban a medio camino de su objetivo un poderoso cuerno de guerra resonó en el horizonte, seguido de otros tantos alrededor de la fortaleza y dentro de la misma: era un llamado de muerte y matanza; un nuevo ataque.
La llegada en pocos minutos de la horda del Gran Elegido del Caos ocasionó que muchos soldados deformasen su marcha disciplinada y huyesen corriendo, intentando salvar sus vidas, llegando a pensar algunos en esos momentos desesperados que encontrarían salvación el siguiente muro.
Por otro lado, el gran maestre de los Paladines de la Luz organizó a tres de las cinco hermandades que le quedaban de Caballeros sigmaritas y las ordenó cargar cuesta abajo contra la horda de pesadillas que se les aproximaba. Lo único que les pedía era tiempo y que muriesen con valor y honor, cosa que no tendrían al enfrentarse al enemigo que tenían delante.
Pero eso no importó a los Caballeros, que obedecieron las órdenes de su Mariscal al saber de la importancia capital de retrasar a los siervos del Caos. Si llegaban al desorganizado ejército que huía al tercer nivel había pocos visos de que sobrevivieran para continuar con la resistencia, dejando vendidos por completo a los pocos defensores que quedaban luchando en el siguiente nivel defensivo.
Así descendieron por las calles a pleno galope, casi todos con sus espadas desenvainadas y sus escudos combados o sin ellos, forzando a sus monturas a realizar el mayor esfuerzo de sus vidas al ser lo último que harían. Mientras marchaban directamente hacía la muerte cantaron himnos gloriosos a su señor, el Dios-Rey Sigmar, bramaron gritos de guerra y desafío a sus enemigos e hicieron sonar por última vez sus cuernos de guerra, respondiendo a la malicia a la que se aproximaban.
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El Resurgir de los von Carstein
FanfictionDescripción: Millones de años han pasado de El Fin de los Tiempos. El Imperio, los No Muertos, los Altos Elfos, los Hombres Lagarto, los Enanos, los Pieles Verde, los Ogros, incluso las grandes huestes de los Dioses Oscuros del Caos han desaparecido...