Capítulo 74

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En el capítulo anterior de El Resurgir de los von Carstein, Archaon tomaba el control de Ochopartes y se enfrentaba a las Huestormentas de Sigmar, con el propio señor de Azyr liderándolas al combate.

P. O. V. Normal

Más allá del Continente Elemental, Reinos Mortales, Reino de Ghyran, Hammerhal Ghyra

El Reino de la Vida se había convertido en un páramo monstruoso, grasiento, pútrido y asqueroso desde que las legiones del Padre de la Plaga entraron en el plano mortal y comenzaron la invasión de los dominios de la Reina Eterna.

Después de la gran derrota aplastante de los ejércitos combinados de los Elfos la resistencia contra los demonios del dios del Caos Nurgle fue mínima. La moral estaba por los suelos, con una gran mayoría de los humanos acabando adorando al Abuelo Nurgle ne busca de una salvación para el tormento que estaban sufriendo.

Los Ejércitos del señor de Azyr cayeron sobre las huestes de Plaga, pero fueron derrotados uno tras otro. Daba igual lo que intentasen, todo acababa en una carnicería y en una expansión enfermiza de las plagas y enfermedades que portaban los seguidos del Gran Corruptor.

La mayor derrota de los sigmaritas fue la batalla de los Mil Campos, una zona clave que conectaba las principales Ciudades Libres entre sí. Una batalla en la cual fueron destruidos por completo ocho de los diez ejércitos concentrados para detener la marea de putrefacción que afectaba al Reino de Ghyran. Incluso recibieron el apoyo de varios cientos de espíritus de los bosques, que intentaron dar una última resistencia contra el propagador del mal que estaba acabando con ellos. No obstante todo acabó en derrota y la puerta a las Ciudades Libres fue abierta, cayendo una detrás de la otra sin mucho esfuerzo, las enfermedades se esparcieron rápidamente entre sus muros debilitando el animo por combatir ante el invasor.

Todo esto fue celebrado por los Grandes Demonios de Nurgle que lideraban las legiones, felices de ver la corrupción de su Abuelo y padre se extendía por más y más fieles. Si sus esfuerzos continuaban según lo previsto tomarían el antaño feliz, vivo y cálido reino de Alarielle en una ciénaga más del Jardín de Nurgle, algo bello para su creador.

Con ese pensamiento comenzaron a cantar, bailar y celebrar en grandes procesiones mientras marchaban a la batalla, felices de ver el objetivo de su progenitor cumplirse lentamente. Siete grandes brazos atacaban Ghyran y siete Grandes Demonios de Plaga los lideraban. Por encima de todos ellos estaba Ku'gath, Padre de la Plaga, que siempre estaba enfurruñado y con el ceño fruncido.

El estado de la Gran Inmundicia nunca había cambiado desde que se transformó de un pequeño Nurglete a uno de los Grandes Demonios de su padre. Desde que cayó sobre el caldero de plaga de Nurgle y se bebió enteramente la mayor plaga concebida por el propio dios de la Plaga estuvo marcado por la vergüenza y la culpa. Pensó que había sido su culpa de que tal semejante creación fuese tirada a la basura por un inútil Nurglete como él, prometiéndose que no pararía hasta recrear dicha enfermedad y devolvérsela a su padre, cosa que no le importaba a él porque pensaba en lo maravilloso que había conseguido construyendo al más poderoso de sus hijos.

Tras eso habían pasado muchos milenios y no había llegado a acercarse siquiera a su objetivo, frustrándose por no ver sus objetivos cumplidos rápidamente. Por los pasos de los milenios había cosechado miles de ingredientes para cumplir su fin, pero nada. Raptó millones de sujetos de pruebas que no satisfacían sus proyectos, acabando todo el rato en fracasos.

Cuando se enteró por medio de sus Nurgletes que el Señor del Fin de los Tiempos planeaba regresar de nuevo a los Reinos Mortales para obtener venganza por su destierro el Padre de la Plaga se unió a su creciente hueste, siempre pensando en su objetivo.

El Resurgir de los von CarsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora