Capítulo 81

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En el capítulo anterior de El Resurgir de los von Carstein, Karin von Carstein lideró un ejército para invadir Kusa no Kuni mientras Naruto continuaba planeando en Konohagakure no Sato.

P. O. V. Normal

Continente Elemental, Kaminari no Kuni, Kumogakure no Sato, Sala del Consejo

La visita del Yondaime Raikage a la capital del País del Rayo para entrevistarse con el Daimyo y preguntarle sobre el motivo de recortarle el presupuesto asignado a la Aldea Oculta de su nación y el miedo que ahora tenía hacía sus shinobis había durado más de dos semanas largas, estresantes y agotadoras.

Por mucho que lo intentó, A no pudo obtener una vista directa con su Señor Feudal, cosa que lo enfureció, teniendo que contentarse con los estúpidos y arrogantes miembros de su Consejo personal.

Durante las reuniones solamente sirvieron para tensar todavía más si cabe las ya de por sí tensas relaciones entre Kumogakure no Sato y la capital, ya que los consejeros en su sabía y negligente sabiduría le dijeron con tono condescendiente que se tenía que apañar con el presupuesto asignado (el recortado) para cubrir las partes que la propia Villa Oculta no podía y, si seguía quejándose de la situación podía sufrir un recorte mayor.

Estuvo días enteros de reuniones que acabaron convirtiéndose en gritos e insultos velados y ocultos entre la delegación encabezada por A y los consejeros de su señor.

El Cuarto Maestro Raikage les respondió que si querían mantener el poder militar que tenía Kumo, actualmente teniendo más de ciento cincuenta mil shinobis y creciendo, para imponer su influencia y decisiones en el Continente Elemental no podían permitirse reducir a su mejor baza negociadora. Desde las fundaciones de las Aldeas Ocultas estas habían servido como peso en las negociaciones entre naciones, con su poder reflejándose más o menos en los acuerdos alcanzados dependiendo de su reputación y poder.

Esas palabras parecieron no gustarles a los capitalinos que, tanto enfurecidos como llenos de terror por el mensaje que les había dado, dijeron que se callase y no amenazase al Daimyo con un golpe de Estado ya que le saldría caro.

A partir de allí, en esos momentos habiendo transcurrido solamente tres días desde que llegaron a la capital, se pensó a nivel general que todo había terminado y los de Kumogakure no Sato se marcharía, pero el Raikage se negó. Había gato encerrado en el asunto. No era normal que unos consejeros de tan bajo rango, ya que trató con nobles de Casas menores, tuvieran la potestad de decidir el destino del dinero presupuestado. Durante generaciones el encargado del presupuesto, el Maestro de la Moneda, siempre habia sido uno de los nobles de grandes familias para contentarle y tenerlo de su lado para realizar un contrapeso contra el resto.

Con eso en mente siguió yendo a las reuniones durante el resto de la semana y la siguiente para mediar con esos inútiles mientras que enviaba a los Anbus de su escolta a recopilar la información que no le proporcionaban.

De esa manera se enteró que el Daimyo de Kaminari no Kuni estaba reclutando un gran ejército de samuráis, queriendo llegar a la cifra de doscientos mil efectivos solamente proporcionados por su Clan y familia. Así conseguiría diluir el poder del resto de familias nobles y obtener un poder disuasorio tal que le garantizaría apoderarse de atribuciones que antes no tenía.

Para conseguir ese plan de construir un ejército tan numeroso había subido las tasas a las importaciones de productos a todos los puertos de la nación, incrementado el impuesto a la sal y al arroz, las bebidas alcohólicas y caravanas mercantiles en todas las ciudades y poblados.

Pero esta subida de impuestos indiscriminada, que había generado una serie de disturbios y protestas por todo el país, reprimidas con gran dureza, no fue suficiente para cubrir los costos necesarios, por lo que sus consejeros, pensando de alguna manera de obtener parte de la cantidad de dinero que comenzaba a circular propusieron reducir el dinero presupuestado en ciertos gastos como el mantenimiento de carreteras y vías, ciertos subsidios a la manufactura local y lo que se le daba a Kumogakure no Sato para financiarse.

El Resurgir de los von CarsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora