Capítulo 7

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En el capítulo anterior de El Resurgir de los von Carstein, Hiruzen estaba feliz de haber acabado con el anterior Daimyo, y que su hijo mayor ascendiese al trono, para que de esta forma quitarse las obligaciones de buscar a nuestro protagonista con tanta exigencia.

Por otro lado, se habia convocado una nueva reunión del consejo, y en esta se debatió sobre la perdida de comercio con el País de los Campos de Arroz, además de que Haruno Mebuki, líder del consejo civil ir lastrando a impuestos a toda la población haciendo que la aldea crezca a un nivel muy alto, sin embargo, empobreciendo a la población de Konoha cada vez más rápido. Al mismo tiempo que se sabía que el clan Sarutobi no pagaba sus impuestos en la aldea, Mebuki exigió tener acceso a las cuentas de los padres de nuestro protagonista, haciendo que al mencionar eso Naruto y Tayuya entren en la sala, con el Jinchuriki del Kyubi muy cabreado.

P. O. V. Naruto

Unos minutos antes

Naruto: De eso estoy seguro mi querida Isabella. Le comento a mi queridísima Isabella con una sonrisa llena de amor, para retomar nuestro camino hacia la aldea, con el objetivo en mente de ir a la Torre del Hokage y hablar con el viejo mono sobre mi patrimonio.

Cuando nos acercamos a las puertas de esta putrefacta aldea, pudimos ver a los guardias durmiendo, y sin preocuparnos de nada entramos sin registrarnos, como hacían varios comerciantes sin mirar, con los shinobis saliendo y entrando en Konoha sin hacer absolutamente nada. Por el camino hasta la Torre del Hokage fuimos el centro de atención, ya que algunos civiles estaban pensando que el demonio posiblemente habia regresado para tomar su venganza, además de que los varones de esta pocilga comerse con la mirada a mi querida Tayuya.

Tayuya: Tranquilo mi amor, solo hay una persona que amo, y es a ti. Así que olvídate de los estúpidos que me miran. Me comenta para agarrarme de mi mano izquierda y trasmitirme calidez desde su mano haciendo que me tranquilice, aunque eso no quita que lance miradas mortales a todo hombre que me encuentre a mi paso, y ose mirar a mi bella flor, provocando que mi amor se ría un poco.

Seguimos caminando, generando en los shinobis un sentimiento de inquietud, ya que me parecía mucho a mi padre, o eso me habia dicho Kurama durante el entrenamiento en Uzu. Básicamente el entrenamiento que recibí en la isla de mis ancestros fue más bien una maldita tortura. Kurama me enseñó todo lo que debería sobre Ninjutsu, Taijutsu, Kenjutsu y Fuinjutsu. Mientras que Vlad, antes de fusionar su alma con la mía y compartir nuestras vidas, me entreno en el arte de la espada y las artes Nigrománticas y el Saber de la Muerte. Ahora mismo podía levantar fácilmente a todos los muertos de esta inútil aldea, y acabar con ellos, pero, aunque fuese muy apetecible hacerlo. Eso solo provocaría una inestabilidad en todo el Continente Elemental, y por el momento no me interesa eso.

En medio del camino desvié mi mirada a observar a Tayuya, o Isabella, porque ella también habia entrado en el cuerpo de una persona mortal, concretamente en Uzumaki Tayuya y la entreno en todo lo que supo antes de fusionarse con ella. Un año antes de ir a esta podrida aldea, me la encontré por uno de los caminos del País de las Aguas Termales, y al solo verla directamente supo que era ella, por lo que también la enseñé junto al zorro perecoso lo mismo que yo, y pocas semanas antes de tomar rumbo a este lugar terminamos su entrenamiento Shinobi. No pude impedirme observar su cuerpo, su piel blanquecina, sus ojos marrones, la armadura que favorecía su cabello. Todo lo que miraba que llevaba puesto me encantaba, no habia ningún desperfecto.

Seguimos el camino hasta llegar a la dichosa Torre del Hokage, que era un maldito edificio de 3 estructuras semicónicas de color rojo, las cuales parecen no estar comunicadas internamente entre sí, un patio, todo ello rodeado por muros altos. En la estructura central, más grande que las laterales, es donde se encuentra la oficina del Hokage y la sala del consejo de la aldea, y las laterales más pequeñas se usan para otros fines, como es el interrogatorio de prisioneros, entre otras cosas según los recuerdos de mis progenitores. El edifico se caracteriza por poseer, al igual que otras residencias de los Kages, el símbolo del País, donde reside la aldea, en este caso el kanji Fuego (Hi).

El Resurgir de los von CarsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora