Momento incómodo

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Tal vez charlamos un par de horas, y después de eso pude regresar a mi cama. Donde casi al instante, quedé profundamente dormido.

Espabilé en cuanto me percaté de que el sol ya había alcanzado su punto máximo. Los rayos no me molestaban, pero entraban ligeramente por los huecos de las persianas. Cogí mi celular y revisé la hora. Casi la una de la tarde. Había descansado tan bien que deseaba quedarme todo el día ahí.

Leah: Hola, Matt. Buenos días. ♥

Encontré un mensaje de Leah en mi WhatsApp.

Matt: Buenas tardes, Leah.

Leah: ¿Apenas despertando?

Matt: Sí, creo que sí haha

Leah: Bello durmiente. 😂

Leah: Oye, ¿qué te parece si después de nuestro vuelo de hoy te invito a cenar?

Matt: Ahm no creo poder, Leah. Tengo cita con mi terapeuta a las 8.

En realidad no era cierto, pero no tenía ganas de salir.

Leah: ¿Vas a terapia? :o

Matt: Sí, ¿qué pasa?, ¿tiene algo de malo?

Leah: No, no, claro que no, al contrario.

Leah: ¿Y qué te parece mañana a desayunar?

Matt: Leah, sé qué pretendes. Pero ya te había dicho que yo no te convengo.

Leah: ¿Por qué dices eso? Si eres un gran partido.

Matt: No lo soy, sé lo que te digo. Podemos ser amigos.

Leah: Bueno, entonces salgamos como amigos.

Matt: Te invitaré un café luego, pero sólo si prometes no intentar... nada.

Leah: Hecho 😇

En realidad, siempre le daba largas a Leah. Ella era genial, pero jamás respetaba mi decisión de ser sólo amigos. La había rechazado demasiadas veces. ¿Por qué tanta insistencia? Tal vez todo sería más fácil si hubiera nacido feo.

Dejé mi celular en donde estaba y bajé al gimnasio a entrenar, como cada mañana.

Después de mi entrenamiento, ducharme y desayunar, terminé de escribir el discurso para la boda de Zacky y salí con mi uniforme listo, directo hacia el apartamento de Blake. Golpeé la puerta un par de veces y esperé.

—¡Hola, Matt! —Sonrió, poniéndome nervioso de inmediato.

—¿Ya estás lista? —pregunté sonriendo de la misma forma.

—En cinco minutos, tú eres muy rápido, pasa... —Dejó la puerta abierta, permitiéndome el paso—. Necesito aprender a manejar ya, no me gusta molestarte.

—No es molestia. Pero si quieres puedo enseñarte a manejar —dije mientras entraba y miraba al perrito de Blake, aproximarse hacia mi, emocionado.

—¿En serio? ¿Harías eso? —Asomó su cabeza por el marco de la puerta de su habitación.

—Claro que sí. —¿Por qué seguía buscando motivos para estar cerca de ella?

—¡Acepto! Tal vez contigo sea más fácil...

—Espero ser un buen profesor. —Estaba intentando resistirme a la ternura de Coco, quien se había parado en dos patas, saltando e intentando llamar mi atención. Rendido, me agaché ligeramente y acaricié su cabeza, cosa que dejé de hacer en cuanto escuché los pasos de Blake.

—Lo serás, confío en ti —dijo mientras ataba la pañoleta color fucsia alrededor de su cuello—. Y te tengo buenas noticias.

—¿Buenas noticias?

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