"Friendzone"

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Salí del edificio y después de comprar un café americano, tomé un taxi y fui directamente al aeropuerto.

—Hola, Rox —saludé a Roxana, quién fue a la primera que hallé.

—Oh, hola, Blake. —Dio un beso en mi mejilla.

—¿Y Leah?

—Me acaba de llamar. Dice que está a unos minutos de llegar.

—Bien. ¿Y... el capitán ya llegó?

—Lo has invocado —dijo sonriendo de lado y levantando ligeramente la barbilla, para señalarlo.

—No lo miraré...

—¿Pasó algo?

—No... quiero decir, sí. Pero no puedo decirte.

—Agh, Blake, no me hagas esto, tienes qué decirme —dijo dando saltitos sobre las puntas de sus pies.

—No, no puedo, esto no lo puede saber nadie. Y menos Leah...

—Te prometo no decirle, pero cuéntame. ¿Siiii? —insistió.

—Está bien, pero cuando Leah esté rolándonos. No quiero arriesgarme a que escuche.

—Vale. Tu celular está sonando.

—Oh, claro... —Saqué el teléfono de mi bolso y respondí.

—Hola, ma.
—Jovencita, tú y yo tenemos que hablar muy seriamente.
—¿De qué hablas, mamá?
—Chas me habló llorando, dice que tú lo terminaste porque te gusta otro chico.
—¿Qué?

Comencé a sentirme nerviosa. Y no sólo porque Roxana estaba poniendo atención a lo que decía. También Matt me miraba, algunos metros atrás, con esos atractivos ojos verdes ligeramente entrecerrados. Como si se estuviera esforzando por escuchar todas y cada una de mis palabras. Curiosamente él no dejó de mirarme, ni siquiera cuando me percaté de ello.

Sonreí nerviosa a Roxana, hice un gesto juntando las yemas de mi dedo pulgar e índice y me aparté unos cuantos pasos, de ambos.

—Lo que escuchaste. No puedo creer que hayas hecho eso, Blake. Nosotros no te educamos así.
—Madre, sí me gusta otro chico, pero esa no fue la razón por la que terminé a Chas.
—¿Entonces? Sí sabías que eso es infidelidad mental, ¿no, Blake? No puede gustarte nadie más que tu pareja.
—¿Infidelidad mental?... Él me puso los cuernos con su supuesta mejor amiga...
—Pero eso quedó arreglado. Chas enfrentó su error y te pidió perdón. No te mandó al diablo, hija. Tienes que aprender a pedir perdón.
—¿¡Qué!? Madre, discúlpame pero eso no te incumbe. Es mi vida, es mi pareja, y yo ya no quiero estar con Chas. No quiero, mamá, entiéndelo. —Colgué.

—Ahm... ¿todo está bien, linda? —preguntó Roxana.

—Sí, sí, todo bien, era mi madre que...

—Roxana, ¿me permites hablar con Blake a solas un momento, por favor? —Matt interrumpió.

—Ah, sí, sí, claro, Matt, descuida —dijo Roxana con una risita nerviosa. Para después alejarse.

Me crucé de brazos y bajé la mirada, esperando que él empezara.

—¿Pasó algo malo?

—¿Eh?... no, no nada. Cosas sin importancia.

—Ya. —Me dedicó una discreta sonrisa, para después volver a tornarse serio—. Ahm... Blake, te quería pedir disculpas por lo grosero que fui contigo... otra vez. Soy un imbécil.

—No, tú perdóname. No debí mirar tus cosas, no era de mi incumbencia. Y tampoco debí pretender que eres gay. —Él rió divertido con eso último.

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