Diario

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Con los ojos cerrados, deseé saber en qué momento me quedé dormida, pero si de desear hablábamos, deseaba muchísimo más que las manos que estaba sintiendo ahora mismo acariciar mi cuerpo, fueran reales. Manos grandes, fuertes, suaves... sí, claro que sabía de qué manos se trataban.

Cuando logré abrir los ojos, lo único que pude sentir, fue el lomo de Coco cerca de mi costilla derecha, mi labio inferior siendo mordido por mí... y la cruda realidad.

Solté un resoplido que resonó en toda la habitación. Los ventanales me permitían saber que la noche había caído. ¿Cómo pude dormir tanto?

Con la fiebre aún recorriendo mi cuerpo, gracias a ese sueño, introduje mi mano adentro de mi pantalón, directo hacia mi entrepierna.

¡Bendito sueño con esas manos tuyas acariciando mi cuerpo, Matt! Estaba más que mojada.

Mis dedos hacían un gran trabajo, pero nada comparado con lo que él había hecho ese día en el baño del avión. Mordí mi uña del dedo pulgar izquierdo, ahogando un gemido, y así, evitando que Coco se despertara. Ya que si esto sucedía, no iba a poder evitar sentir incomodidad. Era un perro, pero en ocasiones como estas, deseaba que no fuera tan curioso.

—Ahh.. —Un pequeño gemido se escapó de mis labios, cuando estuve a nada de correrme. Cosa que fue interrumpida por completo, cuando mi teléfono empezó a sonar—. Joder... —Me incorporé con velocidad y miré el nombre de Matt en la pantalla.

—Hola... —Contesté.
—Blake, ¿estás ocupada? Necesito de tu ayuda. —Carajo, y yo de la tuya, pero al menos me hubieras dejado terminar, Matthew.
—Eh, no, no, no... ¿qué pasa?
—¿Estás bien?
—Sí, sí, ¿por qué lo dices?
—Te escuchas un poco agitada.
—¿Agitada?... claro que no...
—Sí, claro que sí. —Rió.
—Quiero decir... sí, es que estaba haciendo ejercicio...
—¿Tan tarde? —¿Acaso sospechaba algo?
—Sí... ¿por qué no?... —Contuve la respiración, evitando jadear—. Dime qué pasa, ¿todo está bien? —Cambié de tema, antes de que Matt hiciera otra pregunta al respecto.
—Oh... ¿crees que nos podamos ver?
—Matt, ¿qué sucede?
—Te necesito.
—Me estás asustando...
—Te espero afuera de mi apartamento, ¿vale?
—Vale, vale, ya voy... —Colgué.

Me levanté de la cama, corrí al baño, lavé mis manos, acomodé un poco mi cabello y salí.

—Matt...

—¡Shhh! —Colocó su dedo índice sobre sus labios—. No quiero que Amy escuche, se acaba de ir a dormir.

—¿Qué sucede? —Comencé a susurrar.

—Ven, acompáñame... —Tomó mi mano y presionó el botón del elevador. Una vez adentro del mismo, miré como Matt presionaba la opción de estacionamiento.

—¿Saldremos del edificio?

—No.

—¿A dónde me llevas? —cuestioné.

—Necesito ir a mi bodega. Ahí tengo algunas cosas que eran de mi abuela... —respondió.

—Vale... —dije un tanto confundida—. ¿Y por qué Amy no debe saberlo? —Salimos del ascensor y Matt, me llevó casi a rastras hacia el área de sótano.

—Porque le prometí que no pensaría más en el tema... —Se detuvo frente a una puerta y sacó un juego de llaves—. Pero no puedo quedarme así, Blake... necesito una explicación... Entra... —Abrió la puerta.

—Joder, está muy oscuro... —dije al entrar.

—Sí... espera que encuentro el interruptor. —Encendió la lámpara de su celular y después de algunos segundos, encendió la luz.

Set Me FreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora