"¿Hermano?"

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—Mi amor! —La mujer entró y tomó a la pequeña en brazos. Misma que lloraba aterrada.

—Bristol, llévate a este tipo, ayuda a las demás chicas y pide una ambulancia... —ordené.

—Ya voy... —respondió. Levantó al tipo del suelo, lo esposó y se lo llevó a rastras de ahí.

—Tranquila, cariño, ya estoy aquí... —decía la mujer entre lágrimas, intentando calmar a su hija.

—Déjame verla... —Me puse en cuclillas y revisé a la niña rápidamente. Una tierna y adorable niña de cabello corto y castaño, piel blanca y enormes ojos verdes, que vestía un vestido azul roto y un tanto sucio—. Tiene algunos golpes, tranquila, estará bien, ya viene la ambulancia. El infierno acabó...

~

—¿Cuántos sobrevivieron? —pregunté a Bristol.

—Contando al tal Blue, siete. Los demás están tiesos. Pero da igual, pasarán el resto de sus miserables vidas en prisión.

—Esa actitud me gusta... —Reí—. Quiero hablar con esa chica... la que al parecer era su esposa.

—Sabía que dirías eso... está en el interrogatorio once. La niña está siendo atendida por una enfermera. Tiene numerosos golpes en el cuerpo, no sabemos aún si el tipo abusaba sexualmente de ella, ya se le mandarán a hacer los estudios —explicó.

—Vale... voy ahora...

—Zacky, yo te veo herido, deberías ir a que la ambulancia te atienda.

—No, estoy bien... Necesito terminar mi trabajo. Tengo una luna de miel que retomar. —Bristol rió.

—Si me necesitas, dímelo...

—Sólo dime el nombre de la chica.

—Amy.

Al llegar al interrogatorio donde la chica se encontraba, abrí la puerta y cerré detrás de mí.

—Hola, Amy, soy el agente Baker. Nos conocimos hace un par de horas. —Levanté mi mano para estrechar la suya.

—¿Dónde está mi hija?

—No tienes nada de qué preocuparte. Tu hija está siendo atendida, por los golpes que tenía. Te doy mi palabra de que está en buenas manos —aseguré sin bajar mi mano.

—Amy Sanders...  —Correspondió a mi saludo.

—Amy Sanders. —Repetí en voz alta, pensando que aquella mujer no sólo tenía un ligero parecido facial con mi mejor amigo, también se apellidaban igual. Casualidades—. Es un gusto conocerte... Siéntate, por favor...

—Zacky, ¿quieres algo de beber? —preguntó Betty, abriendo la puerta.

—Una botella de agua, Betty, por favor. ¿Tú quieres algo, Amy? —Me volví hacia ella.

—Ahm.. no, no, estoy bien, gracias...

—De acuerdo, entonces sólo eso, Betty.

—¡Ok! —Betty cerró la puerta de nuevo.

—Ok, Amy... Supongo que sabes por qué estás aquí.

—Creen que yo era cómplice de Blue, ¿cierto? —dijo seria.

—No, claro que no. Yo sé que no es así. Y no porque confíe en ti... sino porque alguien me lo dijo. —Expliqué—. Estás aquí porque ninguna de las chicas estaba tan enterada de las asquerosidades que hacía ese tipo, como tú. ¿Eres su esposa, no es así?

—Sí... —respondió avergonzada.

—Llenaré este cuestionario con lo que tú respondas, ¿está bien? Necesitamos la información, para que tu esposo reciba la condena que merece. ¿De acuerdo?

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