Estilo Agente Baker

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Después de un largo viaje de regreso a Nueva York, fui directamente a las oficinas de la policía. Vaya que estaba cansado, pero le había prometido a Milly que regresaría cuanto antes, y no podía perder ni un segundo de tiempo.

—Zacky, en serio lo lamento muchísimo... —dijo Bristol, avergonzado, al verme llegar.

—Déjalo. ¿Dónde está?

—Por aquí...

—Joder, ¿la pusieron en una habitación para interrogar? —dije al saber a dónde me llevaban.

—Sí, ¿no era esa la idea? —preguntó Bristol, nervioso.

—Esa chica necesita estar en un lugar tranquilo, en el que su ansiedad no sea detonada.

—Bristol, la madre de la chica quiere que la dejemos ir ya... —dijo Jackson acercándose a nosotros.

Miré algunos metros atrás, a una mujer de unos cuarenta años, con ojeras marcadas y un rostro lleno de cansancio. Sin pensarlo, me acerqué a ella.

—Señora Stone, soy el agente Baker. —Estreché su mano.

—Dígale a sus hombres que dejen ir a mi niña ya, ella sólo necesita descansar —suplicó al borde de las lágrimas.

—Señora Stone, sé que tanto su hija como usted están cansadas, estresadas. Y lo único que usted quiere es tener de regreso a su hija en su casa, después de todos estos años.

—Así es...

—Pero Cassie es ahora una pieza importante de este caso. Si quiere que atrapemos a las personas que le hicieron esto a su hija, debemos saber los detalles.

—¿Usted es el agente que habló con mi niña, cierto?

—Sí, soy yo. Deme un par de horas más con su hija, y le prometo que será toda suya.

—Está bien...

~

Sentado en una cafetería, frente a frente con Cassie y su madre, miraba la carta y le daba a Cassie el tiempo que ella necesitara.

—Vale, yo quiero un capuchino y una rosquilla glasseada —le dije a la mesera.

—Seguro —respondió la mesera.

—¿Y ustedes? Pueden pedir lo que quieran, yo invito. —Sonreí.

—Sólo un té de limón —dijo Cassie con la mirada baja.

—¿Y usted, señora Stone?

—Estoy bien, gracias... —Sonrió brevemente.

—Y un té de limón, por favor —agregué.

—Enseguida. —La mesera se retiró.

—Bueno, Cassie... ¿estás cómoda?, ¿te sientes bien? —pregunté.

—Eso creo... aunque todavía me da miedo salir a la calle —respondió.

—Oh, claro, eso es normal, pero no tienes por qué temer. Dos de mis hombres están afuera, tu mamá está aquí y ni ella ni nosotros dejaremos que alguien te haga daño. Lo sabes, ¿verdad?

—Sí, eso creo. —Había hecho sonreír muy fugazmente a la chica.

—Eso. Me gustaría que retomaras desde donde nos quedamos la última vez, Cassie. —La mesera llegó con nuestras bebidas y se retiró al poco tiempo. Saqué mi celular, activé la grabadora y lo dejé sobre la mesa—. ¿Puedes recordar en qué nos quedamos?

—Creo que sí... —Dio un sorbo a su té —.Bueno, cuando las chicas nuevas llegaban, Blue escogía a las que se iban, ya que no tenía espacio para todas... —explicó.

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