Eyes of saphire

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La espera por fin concluyó cuando el auto se detuvo frente a un puerto. El tiempo se me había hecho realmente eterno, pero al parecer sólo habían pasado algunos minutos.

—¿Subiremos a un bote? —pregunté con una sonrisa de oreja a oreja, mirando a los turistas subir a los botes.

—Ahm... sip, pero no a ninguno de esos. Sino a ese de allá... —Señaló un bonito y lujoso yate blanco—. ¡Vamos, tenemos que ver el atardecer! —Tiró de mi mano y me llevó a toda prisa.

—Eh, Matt, pero esto te costará una fortuna... —dije mientras él me arrastraba hasta el yate.

—Me costó, ¿pero qué importa? ¡Vamos! —Comenzó a correr, sosteniendo mi mano. Reí divertida y me dejé llevar.

Al llegar, el único hombre que se encontraba arriba del yate, se aproximó a nosotros.

—Señor Sanders... me presento, mi nombre es Josh y seré su capitán en esta ocasión. —Estrechó la mano de Matt.

—Un gusto, capitán. Ella es Blake... —Me presentó.

—Es un placer, señorita.

—El placer es mío, capitán. —Estreché su mano.

—Bueno, pues por favor pasen y pónganse cómodos, porque la mayor atracción de este paseo es ver el atardecer. Así que suban... —Después de acomodarnos en un cómodo asiento muy cerca de la punta del yate, comenzamos a avanzar.

—Un viaje en bote como los de esos turistas habría sido suficiente... —dije mirando a varios metros de distancia como la gente hacía enormes filas para subir a esos botes.

—No era necesario tenerte esperando dos horas, preciosa. Podía evitarlo, entonces lo evito. Además así estamos más cómodos... —Tomó delicadamente mi barbilla entre sus dedos.

—Ya, pero...

—Me gusta consentirte, es todo. No te quejes... —Dio un mordisco en mi labio inferior.

—Auch... —Reí—. No me quejo, me encanta que lo hagas.

—¿Entonces puedo comprarte el yate?

—¡No! —Él soltó una carcajada.

—Bromeaba, pero sí lo haría por ti. —Mis sonrisas de estúpida iban una tras otra, estando a su lado.

Tomó mi mano y me llevó hasta la punta del yate, donde la vista era cada vez más asombrosa. El agua era tan cristalina que podía apreciar a cada pez, nadando por debajo de nosotros. El viento y la brisa marina golpeaban mi cara, pero esto no podía ser más agradable.

—Me habría encantado traer a Amy y a Amelia. Les habría encantado el lugar.

—Ya habrá tiempo para que las traigas. No te sientas culpable, no eran vacaciones... —dije buscando su mirada.

—Lo sé... —Suspiró—. Sabes, cuando vivía en Portland, había perdido la esperanza de poder viajar y conocer lugares como estos. Desde niño había soñado con ser piloto, pero mi abuela jamás tuvo suficiente dinero y tampoco merecía pedírselo... Sabes que la carrera es muy costosa.

—Sí, lo sé... ¿Y cómo fue que lo lograste?

—Mis ánimos de dedicarme a lo que quería estaban muertos, hasta que Courtney los hizo volver a la vida... —Sonreí al escuchar aquello—. Ella me hizo ver que podía lograr lo que me propusiera y que debía ser feliz... me pidió que entrara a la universidad y así lo hice... Ocupé el dinero que Miros me dejó cuando falleció y comencé a estudiar... Si no fuera por ella yo no estaría aquí. Tal vez estaría trabajando en un supermercado, en un banco o en una estúpida oficina, con un sueldo de mierda, sólo para no morirme de hambre. —Soltó una risita—. Cada que viajo y veo cosas tan maravillosas como estas, la encuentro en todas ellas. De no haber sido por ella yo no estaría viéndolas, viviéndolas... de no haber sido por ella ni siquiera te habría conocido. —Se volvió hacia mí y me miró con intensidad.

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