Beverly

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—Se ve muy bien... lávalo siempre suavemente y usa un humectante. Si te arde un poco, puedes usar pomada para rozaduras, y eso sería todo —explicó Saul, mientras yo echaba un minucioso vistazo al tatuaje de Blake.

—Gracias, Saul, me ha encantado... ¿Cuánto te debo? —preguntó Blake.

—Nada, Matt me pagó cuando entraste a vestirte... —respondió Saul.

Blake se volvió hacia mí con seriedad, pero mi sonrisa de oreja a oreja llena de inocencia sólo logró que ella riera por lo bajo.

Después de despedirnos, regresamos finalmente al hotel en Santorini, donde justo antes de entrar, ella se detuvo en una farmacia.

—Quisiera comprar la pomada para rozaduras... —anunció.

—Bien, vamos a comprarla.

—Nah, espérame afuera, esa sí la quiero comprar yo —dijo con un puchero.

—Oye... —dije después de una risita—. A mí no me duele gastar en ti... —Acaricié sus suaves mejillas.

—Ya lo sé, pero me apena un poco que gastes tanto tu dinero conmigo.

—¿Bromeas? Pienso gastar mucho más... —Blake rodó los ojos y tomó mi mentón con su mano derecha.

—Gracias por mi tatuaje —dijo sin dejar de mirar mis labios—. Y por todo...

—No fue nada, preciosa. —Sostuve su barbilla entre mis dedos—. No te contengas más... —dije dejándole claro que ya me había percatado de dónde se encontraba su mirada. Ella rió y puso sus carnosos labios sobre los míos. ¿Sus besos ahora sabían a fresa?... Tal vez frambuesa—. Hmm... —Me separé de sus labios, saboreando—. ¿Frambuesa?

—Nuevo brillo labial... —Sonrió coqueta.

—Deja de colocarte labiales de sabores o me la pasaré comiéndote toda la boca... —susurré.

—¿Y crees que no es eso lo que quiero? —Ambos sonreímos traviesos y seguimos—. Espérame aquí... —dijo apartándose.

—Vale. —Sonreí y me encogí de hombros.

Mientras ella salía de la farmacia, opté por poner mi espalda contra la pared y esperar pacientemente revisando mi celular.

Cuando mi vista se mantenía sobre la pantalla, mirando publicación tras publicación en Facebook, y a pesar de que perdido en mis propios pensamientos, mis oídos se vieron invadidos por el sonido de un par de tacones resonando en el suelo, los cuales se plantaron justo delante de mí.

—¿Matt? —Reconocí la voz al instante. Después de una gran bocanada de aire, levanté la mirada.

—Beverly... —A pesar de que estaba tan cambiada, no me fue difícil reconocerla. Ya no era la misma chica joven, atractiva y de cabello pelirrojo. En su rostro vaya que se reflejaban los estragos de una larga vida de vicios, su cabello ahora era corto, rubio y maltratado, su piel estaba reseca, llena de líneas de expresión y unas profundas y oscuras ojeras. A pesar de ello su rostro no había dejado de ser arreglado con ese delineado negro de siempre y ese labial intenso color rojo. La vestimenta atrevida tampoco había cambiado demasiado. Llevaba puesta una mini falda negra, un bralette del mismo color y unos zapatos que hacían juego con ese color de labial. El escote en su ropa, dejaba en evidencia los senos operados que siempre había deseado.

—¡Santa mierda! ¡Claro que eres tú!... te reconocería así pasarán 50 años más... —dijo coqueta.

—Ahm... ¿qué haces aquí?

Set Me FreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora