"No sé si estoy lista..."

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—Tío Matt... —Escuché entre sueños.

—Hmm... —Me removí entre las sábanas, abrí los ojos y los mismos me mostraron de forma gradual y cada vez más clara, la carita de Amelia, observándome con detenimiento—. Eh... ¿qué haces aquí, linda? —Sonreí y me incorporé. Miré la hora, eran casi las diez de la mañana.

—Mami no quere depertar... y tengo hambre, tío Matt —dijo frotando sus ojitos. Esas palabras tan mal dichas y esas oraciones pronunciadas con gran dificultad, me mataban de ternura.

—Tu mami está muy cansada, cariño, necesita dormir. Pero no te preocupes, que yo te haré algo... —Di un toquecito en su nariz y miré a la muñeca que le había regalado justo ayer, siendo abrazada por su pequeño brazo derecho—. ¿Cómo llegaste aquí? —Aparté las sábanas y la levanté entre mis brazos. Ella estaba tan distraída viendo los tatuajes en mis brazos que no respondió.

—Tienes dibujitos, tío Matt... —Reí divertido.

Amy:

Desperté de un salto al no sentir a Amelia a mi lado. ¿Cuánto había dormido? No lo sabía con exactitud. Pero había dormido como nunca en mi vida lo había hecho. La cama era extremadamente confortable, las sábanas eran suaves y las almohadas parecían las nubes. Deseé quedarme unos minutos más, pero ahora me intrigaba dónde podría estar Amelia.

—¿Amelia? —Busqué en el baño y nada.

Estuve a punto de entrar a la habitación de enfrente, hasta que escuché ruidos provenientes de la cocina. Al llegar a la misma, encontré a Amelia sentada en el pequeño, pero bonito y elegante comedor de Matt, mismo que se encontraba a poca distancia de la cocina. Con un cojín en la silla, mismo que había ayudado a Amelia a alcanzar perfectamente su desayuno. El cual era al parecer un sándwich de jamón y queso, cortado en triángulos, un vaso de leche y uno de jugo de naranja.

—Amelia... —Ella levantó sus ojitos para poder mirarme.

—¡Hola! —saludó Matt, desde la cocina—. Te hice huevos y pan francés, ¿gustas?

—Sí, claro, gracias... —Me acerqué a la mesa y dejé un beso en la mejilla de Amelia—. ¿Ella te despertó?

—Sí. —Rió Matt.

—Amelia, no hagas eso...

—No, no déjala, tenía hambre —intervino Matt—. Además recuerda que hoy tenemos que ir con mi terapeuta... —Se tornó serio.

—Sí, es verdad... —Matt dejó el plato con un par de huevos estrellados, tocino y dos tostadas francesas, enfrente de mí. Olía delicioso—. Ahm... nunca he ido con un terapeuta... —dije nerviosa.

—Y a pesar de eso luces más cuerda que yo. —La ocurrencia de Matt me hizo reír por lo bajo—. Descuida, no tienes por qué temer. Podemos confiar en ella... —agregó.

—Vale... —Suspiré.

—A Amelia le gusta mucho explorar, ¿no es así? —preguntó Matt.

—Oh, sí, quiere explorar todo. El pediatra nos dijo que era normal a su edad, sólo que eso a Blue no le gustaba nada... —respondí con la boca llena de tocino.

—Sí... me imagino... —Matt se había esforzado por no reflejar su rabia hacia Blue, pero evidentemente eso no era posible. Su enojo hacia él, se desbordaba por cada poro de su piel. Piel que tuve la oportunidad de observar con mayor detenimiento, gracias a que su torso se encontraba desnudo.

—¿Esas cicatrices... te las hizo mamá? —pregunté señalando las cicatrices en su pecho.

—No... —respondió sin siquiera mirarme, después de varios segundos de silencio.

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