I'm screaming, "I love you so"

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A la mañana siguiente, me había levantado temprano para venir a mi apartamento y alimentar a Coco.

Matt seguía dormido cuando me fui. Despertar y mirar sus únicas y perfectas facciones tan cerca de mí, me hacían sentirme más segura de una cosa... Que no había nada que deseara más en este momento de mi vida, que admirar aquello, el resto de mis días.

Frustrada y resignada a que esto no era posible, solté en un silencioso y lastimoso llanto. El cual fue interrumpido por el ringtone de mi celular.

Limpié mis lágrimas rápidamente y respondí la llamada.

—Hola, Tann..
—Hola, guapa, buenos días. ¿Cómo estás?
—Muy bien, estoy dándole de desayunar a Coco. —Reí.
—Genial... ahm, te extrañé muchísimo. Daba por seguro que anoche nos veríamos. Y te envíe algunos mensajes, pero no respondiste...
—Lo siento, Matt y yo regresamos tardísimo al edificio. Estaba agotada.
—Entiendo... ¿Él está bien?
—Sí, sí, era gastritis. Tiene que guardar reposo unos días. Pero está mejor, pasó una buena noche... —Mierda, mierda, eso no—. Es que bueno, fui hace rato a hablar con su hermana y todo en orden. —Reí nerviosa.
—Ya, pues me alegra... ¿Qué harás hoy?
—Ahm... en un rato iré a pasear a Coco.
—¿Podemos ir al parque juntos como la otra vez?
—Claro, buena idea. ¿Te veo a las once en punto?
—Por supuesto, linda.
—Hecho, nos vemos al rato...
—Ya quiero verte.
—No comas ansias, guapo. —Reí traviesa y colgué.

Unos cuantos minutos antes de irme al parque, decidí que pasaría a ver qué tal las cosas con Matt. Me coloqué un conjunto deportivo en color rosado, unos tenis blancos, amarré mi cabello en una media coleta y salí hacia su apartamento, del cual encontré a un par de desconocidos saliendo y dirigiéndose hacia el elevador.

—¡Hola, Blake! —Me saludó Amy.

—Ahm, hola, Amy... —Dejé un beso en su mejilla—. ¿Quiénes eran...?

—Ah, vinieron a dejar el piano...

—¿Piano?

—Sí, algo tengo qué hacer mientras estoy aquí estos días, ¿no? —dijo Matt, entrando a la conversación.

—Yo debo irme ya... no quiero llegar tarde, tu madre quiere que la acompañe a un importante desayuno con diseñadores de Inglaterra... y no sé de dónde más. —Amy rió nerviosa.

—Descuida, ve y suerte —respondí.

—Aún no sé de qué manera agradecerte lo que has hecho por mí —dijo apenada.

—Asegúrate de que todo esté bien con él mientras yo no me encuentre... —dije en voz baja, señalando a Matt con mi dedo índice. Quién se encontraba distraído, retirando el enorme plástico a su nuevo y elegante piano de color negro.

—Hecho. —Sonrió Amy.

—Bien, nos vemos... —Amy se fue, cerré la puerta del apartamento detrás de mí y me aproximé hasta la sala—. ¿Cómo te sientes? —le pregunté.

—Pff me duele el maldito estómago y Amy sólo me dio té y fruta para desayunar. —Rodó los ojos. Solté una fuerte carcajada.

—¿Qué esperabas?, ¿hamburguesa y malteada para desayunar?

—No estaría mal, joder... —Rió.

—Tienes qué cuidarte. —Me crucé de brazos.

—Ya lo sé, por eso compré esto para pasar el rato y evadir mis ganas de comer como un cerdo. —Reí divertida una vez más.

—No sabía que tocabas piano.

—Cuando mi tratamiento en el hospital psiquiátrico terminó, tocar el piano era lo único que hacía en mis ratos libres. Maddi tenía uno en casa. Zacky llegó a odiarlo un poco, ya que no hablaba con nadie, ni siquiera con él y mucho menos salir... No me malinterpretes, no los ignoraba —aclaró dedicándome una cálida sonrisa—. Pero no tenía los ánimos ni las fuerzas de hablar de absolutamente nada con nadie. Ni de cómo me iba en los estudios, ni mucho menos de cómo me sentía. —Mi pecho se llenó de la empatía que estaba sintiendo ahora. No podía imaginar con exactitud el cómo se había sentido como para actuar de esa forma, pero a pesar de ello, podía sentir su dolor—. Maddi y Milly se acostumbraron a mi silencio y a mis melodías de cada día, pero Zacky lo detestaba cada vez más. —Rió—. Le comprendo, estuve mucho tiempo alejado de él, a pesar de que vivíamos bajo el mismo techo.

Set Me FreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora