The devil in I

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Llevaba puesto un soporte para mandíbula, que iba desde su frente hasta su pecho. Seguía pensando que un tiro en su maldita cabeza, en definitiva luciría mejor en él, pero reconocía que su aspecto ahora me había causado gran satisfacción.

Cuando pasó justo a mi lado, su asquerosa mirada se posó sobre mí. Su ceño se frunció y sus puños se cerraron, casi al instante.

—¡Hey, hey! —le llamó la atención uno de los hombres de Zacky, al tiempo que forcejeaba con él, cuando intentó acercarse a mí.

Amy colocó su mano sobre la mía. Supuse que era una forma de hacer que yo no reaccionara de la misma forma. Apreté los labios y me contuve para no explotar en el peor momento de mi vida para hacerlo.

El juicio comenzó y la primera en contar su versión, fue Amy. A pesar de que ahora conocía la historia, seguía sintiendo una enorme rabia e impotencia al escucharla. Aquellos sentimientos pesaban tanto sobre mí, que sólo podía pensar en cómo ir y acabar con su insignificante existencia, de una e infinitas formas, una y otra vez.

—Señora Sanders... —El abogado defensor de ese idiota se levantó—. Hay algunas preguntas que quisiera hacerle, ya que su información proporcionada no ha aclarado del todo mis dudas. ¿Me permite?

—Adelante... —dijo Amy.

—Usted contrajo matrimonio con el señor Keane Byrne el 27 de agosto del año 2017, ¿es correcto? —cuestionó el hombre.

—Sí... —respondió Amy.

—No tiene por qué responder necesariamente a esta pregunta si no quiere, pero... ¿en algún momento tuvo algún sentimiento... hacia el señor Byrne?

—No —afirmó Amy, al instante.

—¿Podemos decir entonces que el aceptar contraer matrimonio con el señor Byrne fue única y exclusivamente conveniente para usted? —¿Qué carajos con este tipo?

—No era conveniencia, no tenía opción... —recalcó Amy.

—Ya, pero usted había dicho que el señor Byrne le ofreció una vida mucho más tranquila a diferencia de las otras mujeres que estaban ahí contra su voluntad.

—Yo también estaba ahí contra mi voluntad —aseguró Amy.

—No es pregunta, señora Sanders... —Negó con la cabeza el abogado—. ¿Fue por conveniencia o no?

—Tal vez lo fue, ¿pero en qué momento eso importa cuando se trata de alguien como él...? Mi vida estaba en juego si lo rechazaba. —Gracias, Amy, por decir exactamente lo que yo estaba pensando.

—Importa, señora Sanders, porque usted teniendo ese poder, pudo haber hecho algo por las víctimas. —Ahora necesitaba golpear a este imbécil.

—Jamás tuve ningún poder, él seguía controlándome, la única diferencia era que el único que me tocaba era él...

—¿Alguna vez habló con su esposo acerca de que lo que hacía estaba mal? —preguntó pasando de lo que Amy había dicho.

—Una vez... y me dio una paliza por cuestionar lo que hacía...

—Eres una mentirosa, Amy —intervino ese desgraciado, haciendo que perdiera la calma.

—¡Claro que no, es la verdad! —reafirmó Amy.

—¿¡Cómo te atreves si quiera a dirigirle la palabra a mi hermana!? —añadí.

—Orden —medió el juez—. Prosiga... —le dijo al abogado. Zacky colocó su mano sobre mi hombro.

—Señora Sanders, ¿alguna vez intentó escapar?

—No... —respondió.

—¿Cómo es que usted siendo la víctima y teniendo privilegios no intentó huir de ahí? —Sí, ahora mismo quería molerlo a golpes.

Set Me FreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora